La mujer torera más importante de la historia sale a hombros en su regreso junto a El Juli en presencia de su padre, su marido y sus hijos en una tarde emotiva y profesional.
Solidaridad torera y amor de madre. Dos razones de peso que han empujado a Cristina Sánchez a enfundarse de nuevo un vestido de torear. Dos veces lo había hecho en este siglo. Desde su retirada en Las Ventas aquel 12 de octubre de 1999, apenas un regreso fugaz de dos tardes en 2006 había matado en parte su gusanillo interno del toreo. Ayer, en Cuenca, Cristina sintió otra vez el hormigueo. Y cumplió el sueño de que sus hijos, de 13 y 15 años, vieran a su madre torear y se sintieran orgullosos de ella. «Me lo habían pedido por favor», dijo. Pueden estar tranquilos Alejandro y Antonio: el nombre de Cristina Sánchez quedará grabado con letras de oro como el de la mujer que más logros obtuvo en la profesión. Para ellos fue el primer brindis.
La madrileña donó sus honorarios a la investigación del cáncer infantil en la que es eminencia el jefe de Oncología pediátrica del Hospital Niño Jesús de Madrid, el doctor Luis Madero. Y con una preparación física impresionante, Cristina rayó a gran nivel toda la tarde. Vibrante fue el recibo a su primero, a la verónica ganando terreno, con el sitio de antaño intacto. Y esa sensación de seguridad la mantuvo después en una faena firme, templada, de toques precisos y siempre con la entrega por bandera. El desplante desafiante sin muleta precedió a los ayudados por alto finales antes de volcarse sobre el morrillo del de Daniel Ruiz. Sin puntilla el toro y dos orejas para una Cristina triunfante y feliz.
Si buena fue su obra inicial, cumbre, por templada, sensacional fue la apertura genuflexa por bajo al quinto. Y a cámara lenta el toreo al natural. Tanto se olvidó de su cuerpo que a punto estuvo de sufrir un percance. Esta vez la espada se llevó los trofeos. Daba igual. La vuelta al ruedo fue clamorosa.
A la mejor mujer torera de todos los tiempos le abría ayer cartel un torero de época como Enrique Ponce. La faena a su primero tuvo en el toreo al natural sus momentos más intensos. Enganchando delante y llevándolo hasta el final. El descabello le impidió tocar pelo. Al cuarto lo muleteó a placer por ambos pitones. Templado al natural. Ligado y más vibrante en redondo. La poncina y los molinetes encadenados fueron un clamor. Hizo falta un descabello tras el primer encuentro y el presidente, exigente él, negó la foto de la triple puerta grande.
Como terceroen el cartel -pocas veces ocupa ya este puesto-, El Juli. Otra figura de la factoría del maestro Gregorio Sánchez, al que tanto debe el toreo. Un pase de pecho soberbio sobreasalió en su inicio al tercero, al que exigió por abajo alcanzando el fondo para sacrificar la estética. La quietud caló en el tendido y Juli formó un alboroto. Entonces se relajó. Y abandonado logró los mejores muletazos. El palco se atascó de nuevo en una oreja.
El sexto fue el garbanzo negro del sexteto. Y El Juli tuvo que recurrir a la entrega y al arrimón para arrancar una oreja que le permitió salir a hombros con Cristina. Por el toreo. Por sus hijos. Por los niños con cáncer. Por la Escuela de Madrid. Y por Gregorio. Ayer el maestro durmió feliz.
Plaza de toros de Cuenca. Sábado, 20 de agosto de 2016. Primera de feria. Casi lleno. Toros de Daniel Ruiz, correctos de presencia y de noble condición en líneas generales; destacó el temple del 5º. Enrique Ponce, de azul pavo y oro. Estocada, tres descabellos y el toro se echa. Aviso (ovación). En el cuarto, media y descabello. Aviso (oreja con petición de otra). Cristina Sánchez, de nazareno y oro. Estocada desprendida (dos orejas). En el quinto, dos pinchazos, media y dos descabellos (vuelta al ruedo). Salió a hombros con El Juli. El Juli, de verde botella y oro. Estocada muy trasera y descabello (una oreja). En el sexto, estocada trasera (oreja).
来季 2017 も何か素晴しい驚きを見せてくれるでしょうか?