2016年1月22日金曜日

スペインから esperanto visual --- 絵文字 の話題

Utopía de un esperanto visual

Comunicación. “Hablar” con emojis es una forma veloz de transmitir mensajes y sentimientos. Se editó “Cuentos de la selva” con este... ¿alfabeto?

Clarín 紙に昨年末載ったものです。

Cuando el presidente Mauricio Macri presentó su gabinete de ministros lo hizo en Facebook y delante de cada ministerio, como un prefijo, se usó un emoji. Delante de Trabajo, un maletín; de Modernización, una computadora; de Energía y Minería, una lamparita; de Ciencia y Tecnología, un cohete. Palabra e imagen, la comunicación híbrida de esta época que aumentó brutalmente en los dos últimos años. La que entendemos todos.

Emoji es un vocablo japonés que significa a la vez imagen (e) y letra o carácter (moji); grosso modo, son los símbolos con los que enfatizamos mensajes en mails, WhatsApp y redes sociales: la carita que tira un corazón, el panda, el pulgar arriba, la copa de vino, la bomba, entre más de mil doscientos. Diccionarios Oxford eligió en noviembre “la palabra del año”, pero no ganó una palabra sino un emoji: la “cara con lágrimas de alegría”. Triunfó incluso sobre “refugiado”, “economía compartida” y “ad blocker (bloqueador de anuncios)”.

WhatsApp incorpora frecuentemente emojis para describir estados de ánimo, actividades, romance y consumo. En Youtube hay historias y canciones contadas con emojis. También, poemas, muestras de arte y galerías en Tumblr basadas en emojis; hasta una portada del New Yorker con emojis. El hotel Aloft de Nueva York implementó un servicio de pedidos con emojis y Sony compró los derechos de las “caritas” para hacer un filme dirigido por Anthony Leondis (director de Kung Fu Panda).

“En los últimos años se consagró el uso de los emojis como parte de las nuevas narrativas web, una nueva forma de comunicarse que se suma a esas frases con ortografía diferente (k en lugar de q) que ya son un lenguaje visual, pero no limitan el lenguaje, son una riqueza”, señala Tomás Balmaceda, doctor en filosofía, periodista especializado en tecnología y autor de la polémica traducción al emoji del clásico Cuentos de la selva , de Horacio Quiroga, donde se reemplazan las palabras por los simbolitos pertinentes.

El emoji es un lenguaje universal, una suerte de esperanto visual que se entiende sin alfabetización y más allá de las barreras idiomáticas. La picardía de un guiño de ojo, la galantería de un ramo de rosas o la sorpresa de un regalo, los emojis comunican pero se apoyan en el lenguaje. En este sentido aporta la doctora en Lingüística Silvia Ramírez Gelbes: “En general, las palabras, con toda la ambigüedad que les es constitutiva, parecen más unívocas –es decir, más significativas en un sentido– que los emojis. Creo que los pictogramas pueden usarse para expresar un sentimiento con un objetivo lúdico en un texto muy simple, como el del WhatsApp. Pero no creo, al menos por ahora, que pudieran reemplazarse las palabras por emojis para escribir un texto más extenso. Nadie pone un emoji en su currículum o en un examen parcial en la universidad.” El hombre primitivo pintaba caballos y bisontes en las cavernas y en los jeroglíficos, el sistema más antiguo de escritura del mundo, había miles de pictogramas. Con la evolución de la escritura en Occidente, se abandonaron los dibujos. Pero en la era del smartphone, los pictogramas están más vigentes que nunca. Hillary Clinton, preguntó en Twitter: “¿Cómo te hace sentir tu deuda por el préstamo estudiantil? Contalo en tres emojis o menos”. La propuesta tuvo más de tres mil retuits y muchísimas respuestas con tres emojis que indican que esos estudiantes se sienten mal: tres cacas o tres caras de espanto, ese emoji inspirado en El Grito , de Munch. ¿Transitamos un sistema híbrido de escritura? ¿Volvemos a los jeroglíficos? La lengua, ¿se complejiza o se achata con los emojis?  Tribunal de emojis
Antes que emojis hubo emoticones, una versión rudimentaria que se forma sólo con signos de puntuación. Se le ocurrieron a un profesor de investigación informática de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburg, EE.UU., en septiembre de 1982. El profesor Scott Fahlman advirtió que las ironías no quedaban claras en los correos internos, entonces agregó un dos puntos y un paréntesis :) para formar una carita feliz o una triste :( según lo pidiera el texto. A partir de ahí se expandió la idea y tuvo cientos de respuestas con variantes de caras, guiñando un ojo, con anteojos y más. En 1993 aparecieron los primeros emojis y cada vez hay más. Pequeños símbolos que son un reflejo de la cultura.

En noviembre se lanzaron 184 nuevos que incluyen muchas banderas, una morsa para indicar que uno está presionado, una botella de champán para festejar y varios simbolitos verdes, ecológicos. Para 2016 ya hay firmes candidatos en espera: una persona tomándose una selfie, una palta, un taco, unos dedos cruzados y una embarazada. Antes de ver la luz, los simbolitos pasan por Unicode Consortium, una suerte de Tribunal de emojis que los aprueba y estandariza. La corrección política es un pilar: desde hace algunos meses, el WhatsApp incorporó diversos colores de piel, sumó adultos mayores a las chicas lindas y parejas del mismo sexo con hijos. Se busca la identificación y el amor: muchos corazones, de distintas formas y colores, pero nada de sexo. Los usuarios desafían la carencia con frutas (bananas, berenjenas, melones) y los gestos con las manos. “Es la cara más pacata de la web, pero motiva a que el usuario le atribuya otro sentido a la berenjena”, señala Balmaceda. Tanto prendió el sentido fálico que Instagram prohibió el hashtag de la berenjena. En el proceso de apropiación del emoji a través de la ironía, se asocia un nuevo sentido al significante.

El ascetismo de íconos sexuales motivó aplicaciones como Flirtmoji, una startup que ofrece un extenso catálogo de emojis sexuales que incluye una selección artística de vaginas.

En el inventario de emojis hay treinta que a cada uno le aparecen en primer lugar: son los más usados. Para el licenciado en Ciencias de la Comunicación y docente de semiología en la UBA Claudio Centocchi, la observación de esos emojis permitiría esbozar la personalidad proyectada o cómo son sus relaciones interpersonales. “No es lo mismo si predomina un grupo de emojis que representarían estados eufóricos, que posibilitan expresar acuerdo y complicidad con el interlocutor (con distintas variantes: amor, alegría, aprobación, beso, fiesta, victoria), que si priman los signos de tristeza, llanto, molestia, miedo, sorpresa. La pregunta podría apuntar también a nivel de una comunidad”, señala.

Uno de los emojis más populares es la carita sonriente de color amarillo, un símbolo que nació en Estados Unidos en los sesenta: una empresa de seguros fue comprada por otra y hubo rumores de despidos, entonces la nueva firma decidió hacer una “campaña de amistad” con un manual del empleado donde decía que había que sonreír en horas de trabajo. Contrataron a un diseñador gráfico que en diez minutos y por US$45 dibujó la famosa carita sonriente que en los 70 ya era popular y en los 80 se convirtió en el logo de los seguidores de música acid house y del éxtasis. Hoy es un símbolo de Internet.

La revista Social Neuroscience Journal destacó en un estudio de 2014 que al ver un emoji, el cerebro reacciona de la misma forma que ante una cara humana. Según el trabajo, los emojis “modificaron el cerebro de los usuarios” porque los símbolos son traducidos a emociones. Si se envía un mensaje negativo o una queja con una carita de pesar, se recibirá con menos dramatismo. Y una cara riéndose es más efectiva que un jajaja . Con los emojis, la máquina se vuelve más humana y el cerebro se alivia al ver un rostro.

Centocchi destaca que muchos emojis son utilizados para expresar sentimientos. “Cumplen el papel de ‘la comunicación no verbal’ voluntaria (gestos, movimientos corporales, tonos) en la oralidad. Así, los emojis son más importantes en el aspecto relacional de la comunicación que en el aspecto del contenido ya que aportan en revelar algo del que escribe, de cómo considera al destinatario y del vínculo entre ambos pero sin que el usuario (ex)ponga su cuerpo.”

Literalidad y contexto
Meses atrás, un adolescente de 17 años fue arrestado en Brooklyn por amenazar a policías por Facebook. Allí publicó el emoji de un policía y tres íconos de revólveres apuntándolo sumado a un texto intimidatorio. Un tribunal consideró que el post era una amenaza y le levantó cargos. Sí, en EE.UU. ya se presentan en la Justicia y sirven como evidencia. El artículo 262 del Código Civil argentino establece: “Los actos pueden exteriorizarse oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material”. Gustavo Arballo, abogado, profesor de Derecho en la Universidad Nacional de La Pampa y secretario de Jurisprudencia en la Secretaría de Justicia de esa provincia señala que se suele dar como ejemplo de esa afirmación del Código Civil un asentimiento de cabeza, en un contexto determinado. “Siguiendo la misma lógica, un emoticón o emoji de pulgar arriba tendría un efecto jurídico. Se me ocurre pensar en emojis que en un contexto puedan derivar en delitos (amenazas si es un puño, agravios o injurias). Todo depende fortísimamente del contexto, pero no tengo dudas de que podría darse”.

Como el lenguaje, los emojis dependen del contexto. Y si hay dudas sobre qué emoji usar, existe una Emojipedia que describe cada símbolo y muestra sus diferentes variantes gráficas en los distintos sistemas. Sin embargo, en el tiempo de la velocidad es por lo menos extraño buscar el significado. Por ejemplo, el monito con la boca tapada se podría usar cuando uno se queda sin palabras o para asegurar que guardará un secreto. Pocos usuarios deben saber que los tres “monitos” que aparecen en la plantilla del WhatsApp son versiones de los “Tres monos sabios” de la filosofía japonesa del siglo XVII y tienen que ver con no escuchar ni ver ni hablar demonios y se asocian con la buena acción.

Para Balmaceda todavía no hay una semántica para los emojis, y debería venir del análisis que hacen los lingüistas de las metáforas que toma una imagen y la transporta a otro ámbito. “Los emojis también funcionan en otro contexto y tienen una capacidad metafórica y transforman el lenguaje con picardía”, destacó y recordó una anécdota reciente. Hablando por WhatsApp con la contadora de una editorial, ella le comentaba puntos de un contrato y cosas para hacer y él le respondió con el “bracito musculoso” queriendo decir, “aguante”, “lo vamos a lograr”, pero ella, de origen italiano y con mucho carácter entendió que el gesto quería decir “de acá”. Y lo llamó inmediatamente, enojada. A veces el emoji necesita una explicación.

Por eso, Centocchi considera que los emojis conforman un “código débil”, un “sistema borroso” en el que cada cultura cristaliza significados estandarizados para cada signo. En la velocidad que caracteriza a la vida 2.0, podría suceder que los emojis fueran una moda como Myspace, los fotologs o Second Life y que en el futuro los recordáramos con nostalgia por lo retro. O también, que se desarrollaran emojis personalizados, en los que cada uno sonriera con su propia cara. Por ahora, en el presente y en cada celular, los emojis construyen sentido.