今日は「こどもの日」ですが、反骨精神の強い 老 Ernesto Mr. T は、ゴヤの Áun aprendo を採り上げることにしました。
Fue retratista de la nobleza, pintó por encargo cuadros y frescos de
pinturas religiosas, decoró los comedores, aposentos y estancias de los
mejores palacios incluido el de los mismísimos reyes, pintó la moda de
la Corte y a vida de los paisanos.
Desarrolló un estilo propio. O
mejor dicho, varios estilos únicos y particulares. Como los cuadros
pintorescos y costumbristas o los frescos de las iglesias, capillas y
catedrales. Como los retratos, tan soberbios como el de Jovellanos y
Godoy, o esa serie negra y terrible que en alguna ocasión me ha obligado
a retirar la mirada. Como los cuadros de motivos taurinos, o los de la
guerra, o los que representan lo Sublime Terrible. Como la serie de
comediantes y cómicos o los caprichos que, de alguna manera,
representaban el espíritu ilustrado que sus amigos Jovellanos o
Floridablanca le habían mostrado.
Pues con todo y con eso, este
hombre, al verse enfermo y viejo, enfadado con el mundo por sentir el
aguijón de la dependencia física pintó este cuadro. Toda una declaración
de principios ante la vida. Ante la que le quedaba, porque ya tenía
ochenta años. Moriría sólo dos años después.
Según los expertos,
“Aún aprendo” hace referencia directa al lema clásico “Ancora imparo”,
atribuido primero a Plutarco y a Platón, y más adelante al Miguel Ángel
anciano de 87 años al oír los elogios a la Capilla Sixtina. La imagen
del anciano apoyándose en dos bastones, sin ser exactamente igual, sí es
semejante al grabado de Girolamo Fagiuoli que se puede ver en el
British Museum y que representa a un anciano caminando gracias a un
andador de niño.
En el cuadro de Goya, el anciano sale de la
oscuridad y camina, encorvado pero con entereza, hacia la luz. No mira
al frente, sino a un lado con cierta melancolía, consciente del destino
hacia el que se dirige.
Representa, no solamente la humildad de
un artista consagrado y popular en vida, sino el espíritu del ser humano
genuino, el que nunca deja de disfrutar, cuyo sentido de la curiosidad
es inagotable aunque el cuerpo no le responda ya. En los tiempos que
corren, en los que las jubilaciones y retiros roban a los jóvenes la
posibilidad de aprender de sus mayores, y de aprovecharse del enorme
acervo de experiencia de quienes les antecedieron, éste Goya tiene plena
vigencia. Por un lado, está la segregación entre niños y adultos, el
poco esmero en crear vínculos reales, auténticos, entre abuelos y
nietos, y por otra, la poca comprensión hacia la mentalidad del mayor,
que sabe que envejece orgullo, que se va a ir antes o después pero que
tiene tanto que compartir todavía... que aún es capaz de aprender, si se
le da la oportunidad. Últimamente, parece que la necesidad está
paliando el primer error. Tal vez, para superar el segundo habría que
convencer primero a nuestros mayores y poner a su alcance esa
oportunidad para que recuperaran el orgullo de envejecer.
aun aprendoaun aprendo