Así se definía el escritor argentino, que sostenía sobre la Tauromaquia: "Se podrá hablar de la decadencia de los toros, pero ese momento en que toro y torero están solos y todos guardan silencio..."
El 26 de agosto de este año se conmemora el centenario del nacimiento del escritor argentino Julio Cortázar. El gran novelista hispanoamericano fue un amante de los toros. Desde su primera visita a España quedó prendado del espectáculo que presenció en la plaza de toros. Era 1956 y dejó constancia de ello en las cartas que envió a su amigo, el poeta y pintor argentino Eduardo Jonquieres: "A todo esto ya habíamos visto dos corridas de toros, y estábamos Glop -como el autor se apodaba a su esposa- y yo convertidos en dos aficionados entusiastas. Se podrá hablar un día entero de la decadencia de la tauromaquia, de lo mucho que hay de malo, las famosas homilías sobre la crueldad, etc., pero hay algo que queda en pie, y es la hora de la verdad, es ese momento en que toro y torero están solos y toda la plaza guarda silencio hasta el minuto perfecto del torear ceñido, y los “olé” que festejan sucintamente cada cita y cada pase".
A partir de ese momento, Cortázar acudió a las plazas de toros y trataba de seguir la actualidad taurina. El genial autor argentino hacía incluso menciones en sus obras. Así pues, podemos encontrar varios pasajes de su obra más conocida, Rayuela, en la que el personaje Perico Romero hace mención a la Fiesta. También en sus cuentos se aprecia su interés por la tauromaquia. En un pasaje de “Lucas, sus clases de español”, capítulo perteneciente a la primera parte de "Un tal Lucas", Cortázar hace un extracto de una crónica taurina publicada por Joaquín Vidal en El País. El texto de Vidal era utilizado por un profesor para enseñar español.
A pesar de que no es uno de los artistas más mencionados como amantes de la Fiesta, lo bien cierto es que Cortázar supo captar su esencia y disfrutar del arte de la Tauromaquia.
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以下 Hoy 紙 より
Hay personajes en el mundo que nos sorprenden cuando descubrimos que
forman parte del grupo de aficionados a los toros. Hace algunos fines de
semana se publicó en este espacio unas reflexiones de Mario Vargas
Llosa, declarado aficionado a la fiesta taurina.
Pero nos sorprendería saber que Julio Cortázar también presenció corridas de toros y dejó para la posteridad, en una de sus cartas: "Se podrá hablar un día entero de la decadencia de la tauromaquia, de lo mucho que hay de malo, las famosas homilías sobre la crueldad, etc., pero hay algo que queda en pie, que es la hora de la verdad: ese momento en que toro y torero están solos y toda la plaza guarda silencio".
Jorge Luis Borges presenció en Barcelona corridas de toros y Ernesto " Che" Guevara estuvo en la Plaza de Madrid.
Pero si a estas palabras sumamos lo que el mismo Jaques Cousteau expresó en su momento, comprendemos que este espectáculo tiene sustancia: "Sólo cuando el hombre haya superado a la muerte y lo imprevisible no exista, morirá la fiesta de los toros y se perderá en el reino de la utopía; y el dios mitológico encarnado en el toro de lidia derramará vanamente su sangre en la alcantarilla de un lúgubre matadero de reses. Y el por qué este espectáculo sigue cautivando".
Y no hablemos del cantautor argentino Andrés Calamaro, quien recientemente en un programa de televisión leyó el siguiente comunicado: "Con solemnidad y no sin cierto pesar, renuncio con el estado televidente español de testigo a mi estatus de progre, sospechado de rojo y libre pensador. Renuncio a la progresía porque quiero corridas en Cataluña, quiero correrme en una Fiesta de arte y muerte, verte correrte de buena suerte, y es más, quiero que vuelva José Tomás en Barcelona de nuevo y no me muevo de mi respeto a las tradiciones y que los papelones los haga mi compatriota que juntó cuarenta firmas por la derrota de esta fiesta que pintaron Goya y Picasso y por si acaso no quedó claro, le aclaró mi buen Andreu, que hago culto por la libertad de culto y si prohibir es progesía y el progre es rabioso anti rojo, mi antojo es renunciar al progresismo ahora mismo. ¡Toros sí!".
Pero nos sorprendería saber que Julio Cortázar también presenció corridas de toros y dejó para la posteridad, en una de sus cartas: "Se podrá hablar un día entero de la decadencia de la tauromaquia, de lo mucho que hay de malo, las famosas homilías sobre la crueldad, etc., pero hay algo que queda en pie, que es la hora de la verdad: ese momento en que toro y torero están solos y toda la plaza guarda silencio".
Jorge Luis Borges presenció en Barcelona corridas de toros y Ernesto " Che" Guevara estuvo en la Plaza de Madrid.
Pero si a estas palabras sumamos lo que el mismo Jaques Cousteau expresó en su momento, comprendemos que este espectáculo tiene sustancia: "Sólo cuando el hombre haya superado a la muerte y lo imprevisible no exista, morirá la fiesta de los toros y se perderá en el reino de la utopía; y el dios mitológico encarnado en el toro de lidia derramará vanamente su sangre en la alcantarilla de un lúgubre matadero de reses. Y el por qué este espectáculo sigue cautivando".
Y no hablemos del cantautor argentino Andrés Calamaro, quien recientemente en un programa de televisión leyó el siguiente comunicado: "Con solemnidad y no sin cierto pesar, renuncio con el estado televidente español de testigo a mi estatus de progre, sospechado de rojo y libre pensador. Renuncio a la progresía porque quiero corridas en Cataluña, quiero correrme en una Fiesta de arte y muerte, verte correrte de buena suerte, y es más, quiero que vuelva José Tomás en Barcelona de nuevo y no me muevo de mi respeto a las tradiciones y que los papelones los haga mi compatriota que juntó cuarenta firmas por la derrota de esta fiesta que pintaron Goya y Picasso y por si acaso no quedó claro, le aclaró mi buen Andreu, que hago culto por la libertad de culto y si prohibir es progesía y el progre es rabioso anti rojo, mi antojo es renunciar al progresismo ahora mismo. ¡Toros sí!".
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