Sobre el ring parecía imbatible. Abajo
del ring apenas si pudo defenderse de esa guerra sin cuartel en que
vivió su vida. La suya fue una existencia de contrastes y el hombre
humilde que conoció el hambre y la pobreza en su natal Santafe,
Argentina, fue luego conocedor de la opulencia en plan de millonario ya
como campeón mundial. Sí, el muchachito que dejaba la escuela para ir a
trabajar como lustrabotas en las tardes, luego fue invitado de honor a
un almuerzo por el príncipe Rainiero de Mónaco. Así, a contrapelo, vivió
Carlos Monzón, quien mañana cumple 72 años de su nacimiento.
Todo comenzó en noviembre de 1970, cuando un larguirucho y desconocido argentino, viajó hasta Italia, como retador al título en la categoría de los medianos y noqueó al entonces campeón Nino Benvenutti, en el duodécimo asalto, para hacerse con el cetro e iniciar el prólogo de una historia que le llevaría a convertirse en uno de los más grandes boxeadores en la historia de su categoría. Era Carlos Monzón. El mismo hombre, que desde entonces dejó sembrada la semilla de imbatibilidad, cada vez que calzó los guantes y en todo tinglado del mundo que pisó.
Todo comenzó en noviembre de 1970, cuando un larguirucho y desconocido argentino, viajó hasta Italia, como retador al título en la categoría de los medianos y noqueó al entonces campeón Nino Benvenutti, en el duodécimo asalto, para hacerse con el cetro e iniciar el prólogo de una historia que le llevaría a convertirse en uno de los más grandes boxeadores en la historia de su categoría. Era Carlos Monzón. El mismo hombre, que desde entonces dejó sembrada la semilla de imbatibilidad, cada vez que calzó los guantes y en todo tinglado del mundo que pisó.
Carlos Monzón, nacido el 7 de agosto de 1942, conoció, como la mayoría de boxeadores, la pobreza en cada rincón del rancho de sus padres; pero dotado de un carácter irreductible, decidió abrirse paso en la vida a las trompadas y en 1963 debutó en el boxeo profesional.
Desde ahí, en su ruta al título, Monzón perdió tres peleas y nunca más conocería el sabor amargo de la derrota, porque se dio el gusto de defender su título en 14 oportunidades y retirarse en posesión del cetro mediano en agosto de 1977.
En siete años de reinado, Monzón, hizo parte de un momento estelar del boxeo argentino, que por entonces manejaba Tito Lectoure y que llenó de luces el Luna Park de Buenos Aires, en la misma época de Víctor Galíndez, Ringo Bonabena y Nicolino Locche.
Esa fue apenas la mitad de su historia, llena de combates memorables, frente a otros gigantes. El legendario Emile Griffith; Jean Claude Bouttier, el gran ídolo francés y Bennie Briscoe, Tony Mundine, Tony Licata (su única pelea en el Madison Square Garden) y el colombiano Rodrigo Rocky Valdez, en dos ocasiones en Montecarlo, conocieron la dinamita de sus puños y debieron inclinarse ante Monzón, que por cierto, ya en 1974, había derrotado por nocaut técnico en 8 asaltos a otra leyenda: José "Mantequilla" Nápoles.
Su récord dice que estuvo en 100 peleas, con 89 victorias, siete empates y tres derrotas y una sin decisión. Ganó 61 combates por la vía del cloroformo.
Dotado de un biotipo privilegiado para la categoría, Monzón según expertos, parecía mucho más "un semicompleto enflaquecido", que un auténtico hombre de las 160 libras. Su estatura y su alcance, le permitían un control total de sus adversarios, a quienes empezaba a castigar, en una tarea de demolición, merced a su inclemente jab de izquierda, que era casi un recto y finalmente concluía su labor de destrucción con su poderosa derecha.
Para la mayoría, Monzón no fue un superdotado. Fue apenas una máquina brutal codificada para ganar combates. Y en todo caso un campeón excepcional.
この大王者が 52歳で悲しい最後を迎えようとは Ernesto Mr. T は想像さえしていませんでした。その悲話は また別の機会に譲ることとしましょう。