Toros y gallos
Verificóse en el circo gallístico de Sevilla una renombrada pelea, en la que se cruzaron importantes apuestas.
Eran los dueños de los gallos el ganadero don Antonio Miura y el espada Manuel Domínguez. En la pelea salió vencedor el gallo propiedad del matador de toros. El despecho del ganadero fue grande.
A los pocos días se celebraba en la plaza de Sevilla una corrida de toros con reses del citado ganadero, y era uno de los matadores encargados de despacharlas el referido Manuel Domínguez. El ganadero, recordando lo pasado, encontrándose en el Suizo con varios amigos, dijo: «Veremos cómo mata ese valiente al tercero de los toros, que es un buen mozo y con treinta y dos arrobas en el pellejo.»
Llegó lo que dijera don Antonio a noticia del matador.
El día de la corrida, y una vez en el redondel el toro de referencia, mostró el bicho no pocas dificultades.
Al llegar la hora de estoquearlo, Manuel Domínguez brindó la suerte al palco de ganaderos, y cuando se disponía a ir en busca del enemigo, oyó una voz que le decía: «Ese gallo no me lo mata usted.»
Hizo el diestro que le corrieran al de Miura bajo el palco de los ganaderos, y una vez en él, dirigióse al ganadero: Don Antonio, ¿quie usté que se lo suba ahí arriba? A lo que contestó el ganadero:
-Quiero que le dé buena muerte.
-Pues allá va por la salud de usté.
El diestro ejecutó con el toro una excelente faena y lo tumbó de una estocada recibiendo.
Sacó el estoque y dirigiéndose al palco, dijo:
-Señor don Antonio, lo mismo que a este que está a mis pies, mato a toos los e su ganadería y también mato a toos los gallos que usté críe.
pd. 最新の Tendido cero を付しておきます。