2014年6月29日日曜日

アナ・マリア・マトゥーテ 歿 Ana María Matute murió (hace 4 días) アナ・マリア・マトゥテ歿


拙ブログで 何時か採り上げなければ と 思っていた アナ・マリア・マトゥーテ Ana María Matute アナ・マリア・マトゥテ が亡くなってしまいました。4日前、2014年6月25日(水)歿。享年88、後1箇月で89という所でした。

(Barcelona, España, 26 de julio de 1925 – ibídem, 25 de junio de 2014) Escritora española. Novelista destacada de la llamada generación de los "niños asombrados", su obra describe el ambiente de la posguerra civil. Ana María Matute se dio a conocer en la escena literaria española con Los Abel (1948), una novela inspirada en la historia bíblica de los hijos de Adán y Eva, en la cual reflejó la atmósfera española inmediatamente posterior a la contienda civil desde el punto de vista de la percepción infantil. Este enfoque se mantuvo constante a lo largo de su primera producción novelística y fue común a otros representantes de su generación.



Las novelas de Ana María Matute no están exentas de compromiso social, si bien es cierto que no se adscriben explícitamente a ninguna ideología política. Partiendo de la visión realista imperante en la literatura de su tiempo, logró desarrollar un estilo personal que se adentró en lo imaginativo y configuró un mundo lírico y sensorial, emocional y delicado. Su obra resulta así ser una rara combinación de denuncia social y de mensaje poético, ambientada con frecuencia en el universo de la infancia y la adolescencia de la España de la posguerra.

Ana María Matute fue galardonada con el premio Café Gijón por Fiesta al noroeste (1953) y con el premio Planeta por Pequeño teatro (1954), novela a la que siguió En esta tierra (1955). También recibió el premio de la Crítica y el Nacional de Literatura por Los hijos muertos (1958).

Más tarde escribió la trilogía Los mercaderes, integrada por Primera memoria (1959), Los soldados lloran de noche (1964) y La trampa (1969), que tuvieron un gran éxito. La torre vigía (1971) es la historia de un adolescente que debe iniciarse en las artes de la caballería; aunque sigue la línea de las anteriores, se da en ella un cambio histórico de ambientación hacia el período medieval, rasgo que se prolongó en sus obras más recientes, publicadas tras un dilatado período de silencio literario.

Así, su novela Olvidado rey Gudú (1997) plantea una extensa y compleja trama de acontecimientos centrados en las disputas mantenidas en el transcurso de la décima centuria por el rey de Olar, Volodioso, y sus enemigos, el barón Ansélico y la hija de éste, Ardid. Asimismo, su novela Avanmarot (1999) tiene como escenario la época medieval.

Matute ha cultivado además la narración corta, reuniendo sus relatos en volúmenes como El tiempo (1956), Historias de la Artáila (1961), Algunos muchachos (1968) y La virgen de Antioquía y otros relatos (1990). Son notables sus dos libros autobiográficos A la mitad del camino (1961) y El río (1963), en los que evoca sus experiencias de la niñez en el ambiente rural y bucólico de Mansilla de la Sierra.

Fiel a su fascinación por el mundo de la infancia, ha escrito también cuentos para niños, recogidos en su mayor parte en Los niños tontos (1956), Caballito loco (1982), Tres y un sueño (1961), Sólo un pie descalzo (1983) y Paulina (1984). Forma parte de la Real Academia Española desde 1996. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de las Letras Españolas; era la tercera mujer que recibía el galardón (Rosa Chacel lo obtuvo en 1987 y Carmen Martín Gaite en 1995). En 2010 vio reconocida su trayectoria con la concesión del Premio Cervantes.








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Ana María Matute, penúltimo testigo de una era en la literatura española, ha muerto a los 88 años y 11 meses, tres años después de recibir el Premio Cervantes que la dejó para siempre en el palmarés de las letras. Hace sólo unos meses, Ana María se dejó ver en Jerez, en la Fundación Caballero Bonald con la buena noticia de que tenía una nueva novela terminada. Será su último legado.
Para entender a Matute, lo más sencillo sería poner en sintonía su instinto y su tiempo. El instinto era la fuga, la fantasía, la fábula... que la hicieron famosa. Rosa María Regàs contaba en su blog en ELMUNDO.es hace unos años que Ana María Matute era famosa entre las chicas barcelonesas de su edad mucho antes de que alcanzara relevancia literaria por la perseverancia con la que se dedicaba a escribir relatos fantásticos.
Y el tiempo, claro, es el de la posguerra, el de 'Nada' y el de 'Habíamos ganado la guerra', por citar dos novelas escritas por mujeres y ambientadas en su ciudad. "A nosotros, los de mi generación, nos cayó la guerra encima cuando estábamos empezando a vivir", dijo alguna vez Ana María Matute.
Ha salido el nombre de 'Nada', de Carmen Laforet. Su estela fue la que abrió el camino a 'Los Abel' (1948), la novela con la que Matute se dio a conocer en 1948. Había una obra anterior, escrita a los 17 años, llamada 'Pequeño teatro' (1954), que salió a flote a partir de ese momento de ruptura y que ganó el premio Planeta de 1954 y que repetía el esquema de 'Nada': un adolescente idealista era el testigo de un mundo hostil e hipócrita. La novedad es que el paisaje ya no era tan minimalista como en 'Nada', había nuevos ropajes, más terciopelo y más poesía. Ana María Matute era la chica del momento.
Pero eso no significa que estuviera predestinada a la felicidad. Su infancia había sido traumática: nómada entre Barcelona y Madrid, marcada por la educación severísima de las Damas Negras, tartamuda y solitaria... Pronto se casó con Eugenio de Goicoechea, matrimonio que fue un nuevo desastre en su vida. Se separaron por iniciativa de ella, lo que la convirtió en una intocable social durante muchos años y le hizo perder, por un tiempo, la custodia de su hijo.
No dejó de escribir y de tener éxito durante los años 50 y 60: 'Los hijos muertos', de 1959, ganó el Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura. Aquella era una historia sobre exiliados que volvían, diferencias de clases, ambientes sórdidos... ¿Había perdido el interés por lo mágico? No. Por esa época, Matute había empezado ya a escribir relatos infantiles. Y no faltaba mucho para que arrancara a componer 'Olvidado Rey Gudú', la novela en la que todos pensamos cuando aparece el nombre de Ana María Matute,
'Rey Gudú' fue escrita, al menos en su primera versión, en 1971, pero permaneció en un cajón 25 años, de los cuales, 23 fueron de silencio literario para Ana María Matute. Literario y no sólo literario: la escritora atravesó una larga depresión que casi la borró del mapa. En 1996, ya recuperada y convertida en una mujer más o menos anciana, 'Olvidado Rey Gudú' se convirtió en un hito para la literatura española de ese momento. De nuevo hay una niña como protagonista, esta vez en un mundo de caballeros andantes, brujos, reyes medievales, un 'collage' de fábulas que se solapaban unas a otras.
Y eso, en un país de tradición garbancera que nunca se ha tomado muy en serio el género fantástico. Ana María Matute ha sido siempre una rara en la literatura española, por mujer, por fabuladora, por la manera en que se proyectaba hacia el exterior. Esa especie de abuela burguesa y encantadora que bebía wiskhey con vigor, contaba cuentos para los críos y después, describía la depresión como si nada. Pese a esa rareza, o quizá por ella, ha sido una mujer muy querida: "Su muerte es un descalabro en mi intimidad", explicaba José Caballero Bonald al conocer su muerte.