En Barcelona
Federico Chopin en compañía de George Sand y sus hijos, Maurice y Solange, en dos ocasiones pasaron unos cuantos días en Barcelona. La primera ocasión fue del 2 al 7 de noviembre de 1838 camino a Mallorca, y la segunda en el viaje de vuelta, entre el 14 y el 22 de febrero de 1839.
Durante su estancia visitaron la ciudad, hospedándose en la fonda «Gran Hotel de las Cuatro Naciones», en el número 35 de la Rambla del Centro.
Federico Chopin y George Sand, escritora francesa cuyo nombre verdadero era Amandine-Lucile-Aurore Dupin, baronesa de Dudevant más adelante, mantuvieron una relación tumultuosa de 1837 hasta 1847.
El viaje a Mallorca emprendido por razones de salud de Federico en 1838 fue uno de los primeros viajes de George Sand y Federico Chopin juntos.
Federico Chopin y George Sand llegaron a Barcelona desde Port - Vendres en el barco «Le Phénicien». El viaje de Barcelona a Mallorca lo hicieron en la embarcación "El Mallorquín".
En Mallorca
En la mañana del 1 de noviembre, Chopin, Sand y sus hijos, Maurice y Solange, embarcaron hacia Barcelona. Allí pasaron cinco días antes de dirigirse a Palma. Llegaron a Palma el 8 de noviembre.
Palma de Mallorca
En Palma no había muchos lugares para hospedarse. Encontraron un apartamento cuyo estado dejaba mucho que desear en una calle pobre del barrio bajo de la ciudad, la Calle de la Marina. Pronto se mudaron a una casa de tipo mediterráneo, «Son Vent». Para Chopin, los primeros días en Mallorca fueron de gran felicidad. El 15 noviembre escribe: "Estoy en Palma, rodeado de palmeras, cedros, cactus, olivos, naranjos, limoneros, áloes, higueras, granados, etc. El cielo es como turquesa, el mar como lapislázuli, las montañas como esmeraldas, el aire es un paraíso...en una palabra, es una vida maravillosa". El tiempo fue perfecto y maravilloso durante las tres primeras semanas. Pero el piano Pleyel no llegaba, lo cual irritaba a Chopin. Sand consiguió alquilar un piano mallorquín de pésima calidad, de sonido tan feo que frustraba aún más al músico. Chopin escribe a Pleyel: "Sueño con la música, pero no puedo tocarla". Sin embargo, Chopin fue capaz de componer en ese abominable piano la mazurca Op. 41 nº 2 (una de las más bellas y tristes).
Las lluvias llegaron el 6 de diciembre, en palabras de Sand "fue el diluvio... en realidad no hacía tanto frío, pero para nosotros acostumbrados a calentarnos en invierno, esta casa sin chimenea es como un manto de hielo sobre nuestras espaldas". Pronto se resintió la salud de Chopin. A partir de entonces todo empeoró hasta convertirse en un lugar infernal.
Desgraciadamente, también se corrió la voz entre los habitantes de la isla de que Chopin era tísico. El dueño de «Son vent» les expulsó de su villa y demandó fuertes cantidades de dinero con el pretexto de tener que ‘desinfectar' la casa. El mobiliario fue quemado.
Valldemossa
Las celdas del monasterio de La Cartuja quedaron libres el 15 de diciembre. Aunque en la isla ya no eran bien recibidos, ya que les trataban como parias y, a pesar de que las lluvias no cesaban, lo cual agravaba la salud de Chopin, Georg Sand se obstinaba en permanecer en Mallorca todo el invierno. Las celdas del monasterio eran húmedas y frías. Finalmente el piano llegó pero fue retenido en Aduanas y tuvieron que pagar una importante suma por él.
El piano Pleyel llegó al monasterio en los primeros días de 1839 y Chopin fue capaz de completar veinticuatro preludios, dos polonesas, una balada y un scherzo en un tiempo record para él. En febrero la situación fue insostenible. Sand escribe: "conforme el invierno avanza, la tristeza paraliza más y más mis esfuerzos para alegrar los ánimos ... el estado de nuestro inválido empeora día trás día ...nos sentimos prisioneros, privados de toda ayuda y de toda simpatía...la muerte parece suspendida sobre nuestras cabezas dispuesta a agarrar a alguno de nosotros". Sand resumió la expedición de Mallorca como "un castigo para él y un tormento para mí". Sand tuvo que renunciar a ver la primavera de Mallorca.
El 11 de febrero abandonaron la isla. Y para añadir insulto a la injuria navegaron rodeados de una piara de cerdos en un compartimento inmundo, del cual les estaba prohibido salir por temor a extender la enfermedad de la tisis. Chopin llegó a Barcelona escupiendo tazones de sangre y arrastrándose como un fantasma, al borde la muerte.
Sin embargo, desde que puso pie en Barcelona mejoró milagrosamente.