以下 El Mundo 紙からです。Ayer Cassius Clay, siempre Ali であります。
Palacio de Convenciones de Miami, 25 de febrero de 1964. Iba a comenzar el séptimo asalto cuando Sonny Liston repitió: "¡He dicho que hasta aquí hemos llegado!", y escupió el protector y la mayor humillación de su vida. Cassius Clay, que lo vio en la otra esquina, saltó de su banqueta totalmente enloquecido, se marcó un baile memorable y se fue a las cuerdas dando brincos en el paroxismo de su ego, reivindicando con el puño en la boca lo más célebre que nadie tosió al periodismo: "¡Ahora os tragáis vuestras palabras!, ¡ahora os tragáis vuestras palabras!". Y, todavía como Cassius Clay sujetado por 'Bundini' Brown, se limpió la frente y escupió orgullo gritando aún más fuerte entre los micrófonos de Howard Cosell y Steve Ellis: "¡Soy el rey del mundo!, ¡Soy el rey del mundo! ¡Dios todopoderoso estaba a mi lado!, ¡quiero que todo el mundo sea testigo!, ¡soy el más grande!, ¡soy la conmoción del mundo!...". Ahí arranca la leyenda del indomable nacida en Miami un día como ayer, hace 50 años. Se acostó como Cassius Clay y despertó como...
Aquella noche no fue a la fiesta en su honor para confirmar a la mañana siguiente lo que era un secreto a voces, que pertenecía a la Nación del Islam y que le llamaran a partir de ahora Cassius X: "Cambio de nombre porque Clay es un apellido de esclavo que yo no he elegido". Confirmaciones que si se hubiesen oficializado antes le habrían impedido luchar por la corona mundial y, quizá, el mundo jamás hubiera conocido al hombre que más ha trascendido la historia de deporte alguno.
Allí, ya como campeón, se atrevió a hacer públicos sus vínculos con Malcolm X, su 'hermano', con quien compartía ideales y a quien invitaba a su casa, y con 'el jefe' Elijah Muhammad, quien le bautizó como Muhammad Ali (El amado por Dios) cuatro días después de ser campeón. A partir de aquí, contracultura: dice lo que piensa como azote de la América Blanca, se convierte en un personaje subversivo para el 'establishment' por su conversión al Islam, su negativa a combatir en Vietnam y su encendida defensa de los derechos de los negros. Sobrevivió a la condena de cinco años y a una multa de 10.000 dólares que, en la práctica, se tradujo en no menos de 20 millones en pérdidas. Le retiraron el título, pero no dio un solo paso atrás y luchó por su dignidad como nadie, hasta volver al ring tres años y medio después. Su reconquista de la púrpura le hizo inmortal.
La propaganda y la estrategia
En el combate de Miami comenzó también la leyenda de un artista de la provocación y la guerra psicológica, con el mayor ego conocido. El bocazas de Louisville retó con 22 años al ex convicto Sonny Liston, un tótem al servicio de la mafia, el mismo que apenas necesitó un solo asalto para arrancarle de cuajo la corona al negro bueno del boxeo, Floyd Patterson, y al que volvió a humillar en la revancha en otro pestañeo. "¿Qué quieres, que te mate? Espera a que Liston se haga viejo", le aconsejaba su entorno.Pero el bocazas tenía montada su gran estrategia. Fue a recibir a su rival al aeropuerto de Miami con insultos, lo persiguió en su coche, se instaló con su autobús en el jardín de la residencia de Liston con toda su cohorte, fingió una ataque epiléptico la mañana del pesaje que obligó a llamar al equipo médico... El gigante de Galvestone, con un jab de izquierdas capaz de anestesiar a un caballo, respondió a las mil y una provocaciones con un titular: "Lo mataré encima del ring. Mejor que no se presente".
Las apuestas estaban 8 a 1 en contra de Ali y de los 42 periodistas VIP de las primeras filas, sólo tres le apoyaron, dos de ellos influidos por otro exitoso Cassius, un caballo de carreras. Ali fue aquella noche campeón del mundo como Cassius Clay -como Ali lo sería dos veces más-. Años después, tras la muerte no esclarecida de Sonny Liston en su casa de Las Vegas, Ali se confesó a Thomas Hauser: ¿Que te hubiera gustado decirle a Sonny a la cara? Ali respondió: "¡Qué miedo me dabas!".
Ali peleó ciego en el cuarto asalto por las trampas de Liston
"¿Qué diablos es esto?", soltó el único campeón mundial invicto de la historia, un tal Rocky Marciano. Y así tituló -estaba a su lado- la crónica Jimmy Cannon, el más famoso cronista de la época, que aborrecía tanto el estilo boxístico de Ali como su lengua revolucionaria y su rebeldía. Clay, totalmente heterodoxo para la época, les había ofrecido una cátedra de baile en el cuadrilátero -lo nunca visto en los pesos pesados- y Liston -'al que ni el mismísimo diablo hubiese durado dos asaltos'- fue incapaz siquiera de rozarle. Al final del tercero, retó al campeón: "Tú, pedazo de mamón, ya eres mio". Jamás nunca se ha visto a nadie moverse así en la historia de la categoría reina.Las ganancias de la mafia y la investigación del Senado
Sí, desde el primer asalto se vio que un Oso no podía cazar a una mariposa. En el cuarto, Ali se quedó ciego por una sustancia irritante con la que impregnaron los guantes de su rival. Llegó a su rincón con aspavientos, "no veo nada, no veo nada, cortadme los guantes". Dundee, su ángel de la esquina, se negó a parar la pelea y comprobó en su propio ojo derecho que era cierto. Le lavó el rostro con abundante agua y le dio uno de los mejores consejos de su vida, momento crítico. "¡Sal ahí y corre chico, corre y corre, corre todo lo que puedas!". Ali recuperó la visión en el sexto, donde volvió a burlarse del 'Oso Feo', el mote con el que lo martirizaba.Liston, con la cara como un mapamundi, se negó a salir en el séptimo asalto, había tenido suficiente. Alegó 'en su descargo' una lesión en el hombro, pero se extendió el rumor de que la pelea estaba amañada. Aquello exigió una comisión del Senado que no pudo probar nada. The Greatest of All Times ya no pararía...