Quienes
lean ahora este artículo encontrarán una fuente inspiradora que seduce
por la entrega, de unas personas, en defensa de la tradición taurina en
una Villa a mediados del Siglo XIX. Sin motivo aparente unos personajes
anónimos, en su mayoría venciendo envidias y dificultades, reflejan la
dimensión apasionada de amor por las corridas de toros en Santa María de
Nieva.
El
relato comienza con el asentamiento de unas gentes en un lugar
privilegiado de Segovia allá por el año 1.392. Las crónicas noveladas
cuentan que fue el deseo de la Virgen, aparecida en imagen, quien
murmuró a un pastor: Pedro Amador construir una iglesia dedicada a su
devoción.
El
caso es que, atraída por las habladurías del milagro de la Soterraña,
la esposa del Rey Trastámara de Castilla, Enrique III, llamada Catalina
de Láncaster, eleva el lugar a noble Villa de Santa María de Nieva. Su
hijo, Enrique IV, celebra Junta de Cortes en el Monasterio Dominico que
se construye junto al templo. Eleva su categoría a “Real”. Estos
frailes, siguiendo su costumbre recaudadora, imposible de cobrar diezmo a
ganaderos de bravo, por no existir en la zona, obligan a contribuir a
los industriales de la época. Por la caja de los religiosos pasa el
carnicero que compra la carne de los toros que se lidian en la Plaza
Mayor. Alquilan los balcones del convento a los pudientes que quieran
ver los juegos con toros en mejor condición y seguridad. El abuso
respaldado por el poder que enriqueció las arcas de los monasterios.
Abril
de 1.845. El toreo a pie está consolidado en los pueblos de España. El
negocio taurino es un hecho resplandeciente. Unos avispados vecinos, los
más representativos de Santa María la Real de Nieva estudian la
financiación para construir una plaza de toros. El presupuesto estimado
es de 60.000 reales. Ofrecen a los vecinos 60 participaciones a 1.000
reales cada una. Necesitan un director de obra. En Sangarcía han hecho
una plaza, hay que contratar al maestro. Carlos Garcimartín. Es el
sujeto imprescindible para dirigir la construcción.
Se
elige el lugar. En las afueras del pueblo, en un cerro conocido por
“Los Nogues”, se comienza a allanar lo que será el ruedo. El sitio
refleja destellos ocres. El olor es intenso a paja rancia mojada. La
vista se pierde en la arboleda del río. Casi la totalidad de los
habitantes de la Villa comienzan una frenética labor de pico y pala para
sacar las planchas de pizarra. Esto es el trabajo más duro. Aparecen
los estanques artificiales hechos en la piedra para lavar el curtido de
las pieles, actividad principal de la zona. Junto a estas, más de
cuarenta pilas desenterradas, aparecen las vasijas y cántaros con los
que transportaban el agua hasta el nogue, además de varios utensilios de
curtir que vuelven a ver la luz. En otra excavación para obtener la
pizarra, base de la construcción de la plaza, se descubre un horno para
fundir hierro. La abundancia de material, permite comenzar la
edificación el día 1 de Mayo. Las paredes exteriores se levantan en un
tiempo sorprendente. Los trabajos de albañilería interiores se le
encargan al vecino Domingo Fernández. Prácticamente, todo el pueblo se
involucra en las obras. Una cuadrilla de veinte obreros gallegos,
braceros itinerantes, son contratados para adelantar. Con esta ayuda se
logra un impulso sensacional para la terminación del inmueble. Altillos y
sobradil se encargan a otro vecino, Tomás Rodríguez, recibiendo pitos a
su labor al no quedar al gusto del vecindario. Puertas y ventanas se
traen de Coca. Los machos, madres y pilares para gradas, llegaron de
Mata de Cuellar. La plaza nunca se llegó a terminar del todo aunque, una
hora antes de la inauguración estaba lista para celebrar la primera
corrida de toros, en un tiempo increible para orgullo de los habitantes
de Santa María y de toda la provincia. 5.500 espectadores podían asistir
al festejo. Las puertas de la magna Plaza de Toros se abrieron a las 5
de la tarde del día 9 de Septiembre de 1.848, tres años después de
comenzar las obras. Fecha en que se conmemora la onomástica de la
aparición de la Virgen de la Soterraña, Patrona ilustre de la Villa.
Los
administradores se consideraban capacitados para formar empresa
taurina. Todo preparado, ganaderos, cuadrillas, picadores, matadores,
todos orientados a ayudar a los improvisados empresarios taurinos. El
día 26 de Agosto se compran 12 toros a don Salvador Bañuelos de Colmenar
Viejo, para dos corridas a 1.250 reales cada uno. Tierra en la que
pastaban los más fieros y repudiados por los toreros de la época. Curro
Cúchares sería el encargado de lidiar y dar muerte a todos los astados,
por un precio de “ganga”, 29.000 reales. El hijo del banderillero
“Costura”, deslumbrado por los reales y en la seguridad de que, no
necesitaba arriesgar, se sintió muy complacido de su contratación. ¡Ah!
Era sobrino de Curro Guillén. No solo buscaba ventajas el famoso y
asustado matador, los picadores llegaron con puyas especiales para parar
y desgarrar a los toros y dejarlos moribundos. Los organizadores
compraron por su cuenta, por si “acaso”, 24 caballos de picar.
El
siguiente año, las cosas cambiaron poco. Los inexpertos empresarios
fueron convencidos para contratar a Julián Casas “El Salamanquino”,
matador de medio pelo en arte, pero “espabilao” en el trato. Este obligó
a comprar los toros a sus socios, don Justo Hernández y Antolín Jerez,
ganaderos de Colmenar, al precio de 1.300 reales unidad. Los
organizadores compraron otros 12 caballos para completar los 24
requeridos para el festejo. Los picadores actuantes obligaron a
adquirir, también, los 6 que montaban en su desplazamiento. La plaza
disponía de 30 equinos para dos corridas de toros, ¡ni la Maestranza en
su mejor época!. El airoso y mediocre matador natural de Béjar, cobró
23.000 reales más la comisión por venta de toros: una punta de vacas y
dos sementales de los ganaderos contratados con los que, formó su propia
ganadería de bravo. El resultado fue horrible: insultos y piedras para
el matador y su cuadrilla. En la segunda corrida no hubo asistencia por
un aguacero a la hora señalada, normal por esas fechas.
Sin
duda, la Plaza de Toros de Santa María la Real de Nieva es la más
curiosa y sorprendente de Castilla León. Sumida en un desinterés por la
propiedad municipal. Por otra parte, la poca importancia que dan los
habitantes a los festejos que en ella se organizan, con mucho esfuerzo
por personas conocidas. Resultado: Es posible que en un futuro se
construyan chalets con sus planchas de pizarra. Que se instale una
comuna de marginados. Es posible que entre todos salvemos esta plaza de
toros de carácter tan singular, se acabe de construir y se programen
unos carteles de tal categoría que serán la envidia de toda la provincia
y de los aficionados del mundo.
Se
lo debemos a los antepasados que habitaron estas tierras. Familiares de
Santa María, que se dejaron la piel, la ilusión y el corazón levantando
este edificio en un esfuerzo sobrehumano. Estamos obligados a demostrar
respeto y reconocimiento a aquellos hombres y mujeres, por este legado
histórico e irrepetible.
ご意見、ご質問等ございましたら、
<ernestotaju@yahoo.co.jp> へ
P.D. 上記の闘牛場とは関係ありませんが、あんまり楽しいので、下記のサイトを載せておきます。
http://www.mundotoro.com/auxiliar/galerias2012/belennavidad2012/index.html
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