Albacete. Primera de
feria. Se lidiaron toros de Jandilla, Vegahermosa (3º y 6º) y uno de El
Cortijillo (4º), serios y bien presentados. El 1º, de buen juego,
descuelga y repite la arrancada; el 2º, manejable; el 3º le cuesta
empujar en la muleta más allá de la inercia aunque humilla; el 4º,
reservón y de media arrancada; el 5º, exigente, encastado y peligroso; y
el 6º, complicado y con genio. Dos tercios de entrada.
Miguel Tendero, de malva y oro, estocada desprendida (oreja); pinchazo, estocada baja (palmas).
Pepe Moral, de grana y oro, dos pinchazos, estocada, aviso (vuelta al ruedo); estocada punto trasera, descabello (oreja).
Román, de grosella y oro, buena estocada (oreja); buena estocada (oreja).
Albacete interesaba antes de que las figuras pusieran un pie en la feria. Interesaba porque el cartel tenía el buen gusto de premiar lo que se gana en el ruedo. Hablo de Pepe Moral. De esas dos orejas en Sevilla y de esa soberana actuación en Madrid, en la que bordeó la Puerta Grande y, curioso, se ha quedado fuera de la Feria de Otoño. Esas cosas de mal gusto, como lo de Eugenio de Mora, después del año que ha echado en la Monumental un siglo después de llegar a esto. Vinimos a Albacete persiguiendo el rastro de un Pepe Moral que nos ilusionó en Madrid y nos encontramos con el toro de esta plaza. Serio. Y en algunos casos, más todavía esos quinto y sexto, serios por dentro y por fuera. ¡Qué manera de exigir! No cualquier aguanta ese pulso. Tuvieron que tragar quina ambos. Pepe Moral y Román, que salió vencedor con esa puerta grande. Muchísimo mérito tuvo lo que hizo ante un sexto, muy boyante y de tremenda transmisión en las dos o quizá tres primeras series, que además cuajó. Cuando se puso al natural, se metió por dentro, revolucionó el aprendizaje y ya era otro. Aquello se convirtió en un tú a tú, exigente, medida cada embestida, taladrada cada mirada. Echó el resto. Y lo hizo para dentro, como si no le costara. Una y otra vez, se confundían terrenos, rondaba el percance. Se tiró sobre el morrillo y tumbó al toro de un estoconazo. Otra vez. Dos de dos. El orejón le daba la salida a hombros. Impecable estuvo de mitad de faena para adelante con un tercero que le costaba empujar en la muleta más allá de la inercia.
Moral con el segundo, noblote y manejable, se pegó dos tandas de acercamiento y la tercera fue colosal. Grandioso cómo echó los vuelos de la muleta y lo encajado que toreó con el toro y con él. Una estructura tan robusta que crujió la plaza en dos. Dejó muletazos soberbios, a veces aislados, pero como para volver. Casi le quita del medio con la espada y por suerte quedó despedazado sólo el vestido. El quinto nos dejó ver la parte b. Pedía papeles. Salió de toriles pensándoselo hasta que se estiró y tenía una seriedad tremenda. Y exigió. Todo por abajo lo quería y aún así era raudo y veloz en los movimientos. Duro. Áspero. Dio la cara de verdad. Y era toro para pensárselo.
El Jandilla más claro del encierro se lo llevó Miguel Tendero. Una oreja le cortó al toro noble y repetidor. Voluntariosa faena que quedó disipada con lo que vino después. El de El Cortijillo, reservón y a la espera. Mañana la novillada promete.