La capa de ozono está volviendo a niveles de 1980
Los científicos consideran que este escudo natural de la Tierra podría recuperarse a mediados de siglo si se siguen aplicando restricciones a los productos que la destruyen
Aunque la mayoría de noticias que tienen que ver con las emisiones y su efecto sobre el cambio climático presentan escenarios alarmantes, al menos la capa de ozono, uno de los emblemas del daño de la mano del hombre sobre el medio ambiente, da muestras de una posible recuperación. En pleno día internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, los científicos consideran que su destrucción está disminuyendo y estiman que este escudo natural de la Tierra podría recuperarse a mediados de siglo si se siguen aplicando las restricciones a los productos que la destruyen.
De izquierda a derecha, los gráficos
correspondientes a los meses de septiembre de 1980, 1990, 2000 y 2014.
Los colores muestran la media mensual de ozono sobre el polo sur. Los
colores azul y violeta indican donde hay menos ozono y los amarillos y
rojos, donde hay más.- (NASA)
Así lo determina un estudio elaborado por 300 prestigiosos
científicos que han participado en una evaluación sobre el agotamiento
de la capa de ozono. Se trata de la primera evaluación exhaustiva
realizada en los últimos cuatro años y ha estado avalada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
La principal conclusión del informe es que gracias a las medidas adoptadas en aplicación del Protocolo de Montreal relativo a las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono, ésta está volviendo a los niveles de referencia de 1980. La capa de ozono estratosférico es un frágil escudo gaseoso que protege a la Tierra de la dañina radiación ultravioleta procedente del sol.
El Protocolo de Montreal es un tratado internacional que entró en vigor en 1989 y que fue diseñado para proteger la capa de ozono al reducir la producción y el consumo de numerosas sustancias que son responsables de su merma.
Las sustancias más nocivas son los gases CFC (clorofluorocarbonos) y los halones, en su día usados en productos como refrigeradores, atomizadores, espumas de aislamiento y equipos de extinción de incendios.
En 1987, las sustancias que destruyen la capa de ozono produjeron unas diez gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono equivalente. En la actualidad, esas emisiones han disminuido más de un 90%.
En la práctica, se produjeron reducciones generales de la capa en la década de los ochenta y noventa, se estancó en los años 2000 y, actualmente, hay indicios de que se está recuperando. El objetivo es que la capa vuelva a los niveles de referencia de 1980, fecha en la que todavía no había empezado a agotarse de forma considerable.
No obstante esta tendencia generalizada, el agujero en la capa de ozono de la Antártida sigue formándose todas las primaveras y se prevé que continúe haciéndolo durante la mayor parte de este siglo, dada la persistencia en la atmósfera de sustancias que la destruyen, pese a que ya no se emitan.
El agotamiento del ozono en la Antártida ha contribuido al enfriamiento de la estratosfera inferior, lo cual es con toda probabilidad la principal causa de los cambios registrados en los veranos del hemisferio sur en las últimas décadas, con los consiguientes efectos en la temperatura de la superficie, las precipitaciones y los océanos, especifica el informe.
La principal conclusión del informe es que gracias a las medidas adoptadas en aplicación del Protocolo de Montreal relativo a las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono, ésta está volviendo a los niveles de referencia de 1980. La capa de ozono estratosférico es un frágil escudo gaseoso que protege a la Tierra de la dañina radiación ultravioleta procedente del sol.
El Protocolo de Montreal es un tratado internacional que entró en vigor en 1989 y que fue diseñado para proteger la capa de ozono al reducir la producción y el consumo de numerosas sustancias que son responsables de su merma.
Las sustancias más nocivas son los gases CFC (clorofluorocarbonos) y los halones, en su día usados en productos como refrigeradores, atomizadores, espumas de aislamiento y equipos de extinción de incendios.
En 1987, las sustancias que destruyen la capa de ozono produjeron unas diez gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono equivalente. En la actualidad, esas emisiones han disminuido más de un 90%.
En la práctica, se produjeron reducciones generales de la capa en la década de los ochenta y noventa, se estancó en los años 2000 y, actualmente, hay indicios de que se está recuperando. El objetivo es que la capa vuelva a los niveles de referencia de 1980, fecha en la que todavía no había empezado a agotarse de forma considerable.
No obstante esta tendencia generalizada, el agujero en la capa de ozono de la Antártida sigue formándose todas las primaveras y se prevé que continúe haciéndolo durante la mayor parte de este siglo, dada la persistencia en la atmósfera de sustancias que la destruyen, pese a que ya no se emitan.
El agotamiento del ozono en la Antártida ha contribuido al enfriamiento de la estratosfera inferior, lo cual es con toda probabilidad la principal causa de los cambios registrados en los veranos del hemisferio sur en las últimas décadas, con los consiguientes efectos en la temperatura de la superficie, las precipitaciones y los océanos, especifica el informe.