Después de muchos disparos, aun el peor tirador acaba por dar en el blanco.
En este refrán "la escopeta" significa, en japonés y en español, no el artefacto sino el tirador, como cuando se dice que Simón 1 de Hostal Aguilar es una magnífica escopeta.
Bien, de este proverbio sabemos, por lo pronto, que no es anterior a 1543, fecha de la introducción de los arcabuces 火縄銃 por los portugueses arribados a Tanegashima 種子島. Conocemos el nombre de tres de los malandrines: Antonio da Mota, Antonio Peixoto y Francisco Zeimoto.
Acerca de los primeros arcabuceros japoneses existen testimonios fidedignos y numerosos que los declaran expertísimos. Algunos japoneses podían bajar codornices en pleno vuelo, y entonces no se tiraba con perdigones. Naturalmente habría de todo, o de otro modo no hubiera surgido el refrán. Los que eran malas escopetas acertaban a base de practicar. Buffalo Bill llegó a ser lo que fue después de matar miles de búfalos.
En España, país de cazadores, Velázquez pintó a los príncipes e infantes Habsburgos con su escopeta al hombro y el lebrel modorro a los pies. Don Quijote dice Cervantes, o el anónimo autor de las primeras secuencias (si lo hubo, y maldito lo que importa) que era amigo de la caza. Pero como el mismo Don Quijote, loco ya, dice más adelante que la escopeta es arma de cobardes, ignoramos si la caza la realizaba con jabalina, mangual, garrote o gerifalte. No parece que se sirviera de ballesta 石弓, señuelo 落とし穴 y redecilla, perdigón de reclamo, alevoso tejón o jauría de perros y ojeadores. Conque arma de cobardes.
Y así pensaron ciertamente muchos daimyos hasta que la escabechina de Narashino 習志野, loor a Nobunaga 信長, los aleccionó para siempre. La cuestión era atinar con la bala en la mollera del enemigo.
El refrán de marras, visto desde la perspectiva de los adeptos del kyudo, o arco japonés, no deja de ser algo cínico. Sostienen los arqueros de pro en Japón que para acertar se necesita no preocuparse mucho del resultado, sino simplemente tirar, después de haber practicado asiduamente. Nuestro refrán se olvida, quizás por evidente, del requisito mistérico y lo reduce todo al entrenamiento. Uno de los kagura-uta 神楽歌 o coplillas sagradas del sintoísmo de más remota antigüedad viene a decir más o menos, y traduzco libremente: "No discutáis si el arco debe ser de catalpa キササゲ, husera マユミ o zelkova ケヤキ. Todos son buenos, si el brazo es bueno." El refrán que comentamos prescinde también de la calidad técnica de la escopeta. Tira muchas veces y verás cómo aciertas.
Nuestro refrán se cumple hoy día en Japón, y no conozco país donde se cumpla mejor. Se cumple casi al destrozo. Todos los deportistas, sea del deporte que fuere, tienen como cosa averiguada que el entrenamiento asiduo conduce inexorablemente a la victoria. Se comprendería en golf, bolos, salto de pértiga, disco. En béisbol no lo es tan claro, pero pase. Cuando se trata del fútbol o del rugby, entrenar debe entenderse como jugar partidos, no como corretear en fila india por la cancha, piruetear en solitario y regatear sombras chinescas. No conviene desorbitar ningún refrán, por sabio que sea.
En los siglos futuros, cuando las guerras de las galaxias sean una magnífica realidad y las máquinas bélicas se enfoquen electrónicamente, disparando inexorables sus rayos laser, quizás los cazadores dispongan de escopetas a prueba de tontos, capaces de derribar una perdiz sin posibilidad de fallo. La letra de nuestro refrán devendrá entonces obsoleta, pero el principio seguirá teniendo validez inconcusa e imperecedera.
Pero ahondando en el refrán, por la cuenta que nos trae, no parece irracional postular una victoria segura ni en guerra ni en deporte como resultado de un entrenamiento exhaustivo. El refrán sólo garantiza que con la práctica se atina, pero parece lógico pensar que quien es una buena escopeta antes del entrenamiento, a causa de sus reflejos innatos superiores, superará al mal tirador por mucho que éste se entrene. El tirador naturalmente torpón conseguirá a base de ejercicio atinar en el blanco, pero el tirador nato atinará más veces, suponiendo que practique como el primero. Todos los años se congregan en competiciones deportivas mozalbetes del mundo entero. La cosa empezó en Grecia a escala nacional la friolera del año 776 antes de Cristo. Al presente, lo mismo que entonces, unos ganan y otros pierden. Quien gana un año, pierde a veces el siguiente. De ahí que en Samotracia esculpieran a la Victoria alada, mujer y tornadiza. Mariposea entre los contrincantes y todos sabemos que sonríe muy a su capricho. Hay siempre en los deportes, enespecial cuando todos los competidores son superclases, su buena miaja de bingo. Dejemos, pues, en nombre de la sensatez, de apostrofar a los perdedores como si su derrota debiera achacarse a falta de entusiasmo, inconstancia en los entrenamientos, escasez de patriotismo, pundonor, y qué sé yo qué zarandajas. Quevedo escribió un "Tratado de todas las cosas y de algunas más," pero bromeaba.
La escopeta más indina, tirando mucho, atina. ¿Siempre? Hombre, los únicos que nunca fallan son Simón 1 y Miguel Delibes. En general no consta que hayan disparado un chícharo, y menos por derecho.
Por lo demás, los cazadores gustan de exagerar sus proezas. A las veces, se alegran de no haber atinado. Cantan en España:
Afiné la puntería a en medio de una retama.
¡Fue tan grande mi alegría cuando tiré y no le di
ni a la liebre ni a su cría!
Sí, a las veces las buenas escopetas marran el tiro. Ya las veces, las malas escopetas, a base de reiterar los disparos, atinan una vez por chiripa まぐれで, lo cual es una segunda posible interpretación de este caleidoscópico proverbio. Don Quijote reprendía a Sancho Panza por sacar los refranes fuera de quicio.