本日は、Ernesto Mr. T と同じような英語教育者の方のお話です。しかし、英語の話ではありません。
元高校英語教諭の三登浩成氏は母が妊娠4カ月のとき、胎内で被爆しました。被爆者の高齢化が進む中、「自分たちの世代が語り継がなければ」と、2006年8月からガイドを始めました。6年間で16万人以上を案内しています。
三登氏は福島の事故後、「ヒロシマに向けられる目が変わった」と言います。「被爆を遠い昔の出来事ではなく、身近な問題として考える人が増えました。外国人観光客から『多くの被爆者を出した日本が、なぜこれほど原発を造ることを許したのか』と問われたこともあります。地道に核廃絶を訴え続けたい」と三登氏は語っています。
Mito Kosei se encarga a diario de recuperar la memoria. Cuando el Enola Gay lanzó el artefacto a las 8.15 horas, la madre de Kosei estaba embarazada de cuatro meses de Kosei. Él no fue un niño de la guerra. Es uno de los 219.000 hibakushas (superviviente), un bebé de la bomba atómica.Este japonés, nacido en enero de 1946 (como todos los japoneses, aparenta muchos menos), cuenta la historia de su familia, también la suya, delante de la cúpula Gembaku Dome, uno de los edificios más bonitos de la ciudad preatómica y que se ha convertido en símbolo de la tragedia. Kosei enseña fotografías, documentos de los efectos de la radiación y lamenta cómo la decisión del presidente Harry Truman aniquiló no sólo la vida de 140.000 personas en Hiroshima (y 80.000 en Nagasaki, la ciudad más mediterránea de Japón,), sino que sepultó en vida el futuro de los ciudadanos de estos dos urbes japonesas, víctimas del cruel imperialismo japonés de la primera etapa del emperador Hirohito y de un Estados Unidos que quería ganar como fuera la II Guerra Mundial.Mito, antiguo profesor de Secundaria en un Instituto de Hiroshima, cuenta a El Confidencial, el mediodía del pasado 26 de junio, delante del edificio Gembaku, cómo el museo de la bomba atómica olvida la lluvia negra que produjo la explosión nuclear, la contaminación del agua que no fue advertida por el Gobierno a la población. Según este guía, la información “más exacta y real” es la que ofrece el ABCC (The Atomic Bomb Casualty Commission) establecido en 1947 para estudiar los efectos de la radiación. Y muestra imágenes de cuerpos destrozados, deformes, quemaduras múltiples. “El museo de la bomba atómica es demasiado políticamente correcto. Faltan hechos”, dice Mito.El recinto, cuya ruta se tarda en recorrer una hora, impacta por el horror, sobre todo en su segunda parte. Eso sí, las fotografías y los datos de Mito que ha enseñado a 100.000 personas de 141 países, conmocionan más que los del museo, que por ejemplo obvia que los supervivientes nunca recibieron “ningún tipo de tratamiento para hacer frente a este estrés mental y aún hoy en día muy pocos de los sobrevivientes pueden contar sus historias a los demás”.Los Mito tuvieron suerte. Durante la guerra, la señora Mito Tomie y su esposo, Mito Yoshio, vivían en el centro de Hiroshima. Cerca del final de la guerra, los habitantes que vivían allí fueron obligados a abandonar la zona. Lo consideraban un lugar muy peligroso. Así que, tres meses antes de la explosión de la bomba atómica, la señora Mito y su esposo se refugiaron en casa de los padres de ella en una aldea a unos siete kilómetros de distancia, al otro lado de una pequeña montaña de Hiroshima. Cada día, su marido y su padre, Anada Hoichi, y muchos de los habitantes de la aldea iban a Hiroshima para trabajar."Cuando decidí ser una guía en el Parque de la Paz de Hiroshima, le pedí información a mi madre porque quería escribir un testimonio de la experiencia de su padre, mi abuelo. Pero debido al trauma emocional se tomó seis meses para empezar a escribir, incluso, y necesitó otro medio año para terminarlo. Todavía no quiere escribir nunca sobre lo que vio cuando entró en Hiroshima tres días después de la bomba. Estoy dispuesto a escribir lo que sé de lo que le pasó a mi familia”, cuenta Mito en su blog. Su padre nunca le dijo nada de su experiencia como hibakusha. Toda su vida se mantuvo en silencio por el trauma emocional. El bebé de la bomba atómica habla con dos turistas australianos. Lamenta que las víctimas de Fukushima no vayan a ser reconocidas por el Gobierno japonés. Y enseña su gastado, amarillento, Libro de Familia: “Soy un hibakusha, nací el 22 de enero de 1946”…
Decenas de miles de personas han conmemorado el bombardeo nuclear de Hiroshima por Estados Unidos, al cumplirse el 67º aniversario de la destrucción de esa ciudad del oeste de Japón, en medio del creciente rechazo a la utilización de la energía nuclear tras la catástrofe del año pasado en Fukushima. Ancianos supervivientes, parientes, representantes del gobierno y delegados extranjeros han asistido a la ceremonia en el parque memorial de la paz de Hiroshima, para recordar la explosión de la bomba atómica, hace casi siete décadas.
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