2015年2月12日木曜日

メキシコでの慶事: Gibraltar indultado por Sergio Flores en México

観てください。セルヒオ・フローレスの、牧場主の、そして、観客の歓喜の表情。



Con la cara guapa y bien alta, la mirada fija y el hocico buscando lo extraño. Sin querer compartir con nadie el espacio que considera suyo, da igual que sea la primera vez que el animal pisaba el coso de Insurgentes. El toro guapo se iba con casta y bravura embistiendo todo aquello que se moviera a su alrededor. El público conmovido y admirado de tanta belleza gritaba “toro”, “toro” pidiendo el indulto del e impidiendo que el matador se abalanzara mortalmente sobre el animal. El burel de Xajay merecía esparcir su bravura en el campo y así fue
Gibraltar, que así se llama el animal, a pesar de estar en solo en 505 kg, y llevar la cabeza a veces a media altura, está sobrado de bravura y casta (da gusto escribir por fin estás palabras juntas). Remata con furia cada acometida y antes de mirar al cielo ya está buscando otro enemigo. Le faltó una vara para saber cuan merecido era ese indulto.
Frente a Gibraltar estuvo Sergio Flores. El joven mexicano se dejó llevar por la pasión hasta vulgarizar la faena excediéndose en citar al toro de lejos. Un par de veces para lucirlo hubiesen sido suficientes. En cambio llevado por la emoción no templó al animal y nos perdimos, en parte, toda la furia de su embestida llevada al ritmo de una muleta profunda y con cadencia. Sólo en una tanda al natural logró ese acople Flores. No le falto emoción a la faena y algún par de derechazos de mérito. Pero con ese animal era para hacer la faena de tu vida.
Curiosamente Flores en su primero estuvo enorme. Cruzado sacó lo mejor de un manso con peligro y transmisión. Supo estar en el sitio, sin mover la zapatilla dejó una de las mejores tandas de naturales de la temporada. Torea flores con ardor y valentía, mucha valentía. Es con Adame el más interesante de esta buena generación de matadores mexicanos. Pero desde novillero muestra síntomas de falta de cabeza en alguna ocasión. Lo bueno es que eso se adquiere con los años, lo malo es que no se volverá a ver con Gibraltar.
Pero el Xajay no fue el único buen toro de la corrida. El segundo de la tarde, de la ganadería de Jaral de la Peña, embestía con gran clase y estuvo por encima de Fermín Rivera. Rivera tiene arte pero le falta sitio y le sobran precauciones. Solo cuando ya se confió por la nobleza del toro dio una gran tanda en el centro de la plaza. Quizás por los excesivos mimos de la afición, Rivera suele acabar toreando de manera intranscendente.
Talavante estuvo canónico con su soso primer toro. La faena, casi siempre por la izquierda, la realizó de frente y con inmensa ligazón en sus tandas. No fue entendida por los presentes. El poco ángel del toro no ayudo. Acabó Talavante con una bronca por el recital de descabellos en su segundo. El rejoneador Rodrigo Santos estuvo brusco con su buen toro.
Acabó la tarde y la gente no quería irse de la plaza. Felices, saboreando la sensación de vida prolongada.



Con la cara guapa y bien alta, la mirada fija y el hocico buscando lo extraño. Sin querer compartir con nadie el espacio que considera suyo, da igual que sea la primera vez que el animal pisaba el coso de Insurgentes. El toro guapo se iba con casta y bravura embistiendo todo aquello que se moviera a su alrededor. El público conmovido y admirado de tanta belleza gritaba “toro”, “toro” pidiendo el indulto del e impidiendo que el matador se abalanzara mortalmente sobre el animal. El burel de Xajay merecía esparcir su bravura en el campo y así fue
Gibraltar, que así se llama el animal, a pesar de estar en solo en 505 kg, y llevar la cabeza a veces a media altura, está sobrado de bravura y casta (da gusto escribir por fin estás palabras juntas). Remata con furia cada acometida y antes de mirar al cielo ya está buscando otro enemigo. Le faltó una vara para saber cuan merecido era ese indulto.
Frente a Gibraltar estuvo Sergio Flores. El joven mexicano se dejó llevar por la pasión hasta vulgarizar la faena excediéndose en citar al toro de lejos. Un par de veces para lucirlo hubiesen sido suficientes. En cambio llevado por la emoción no templó al animal y nos perdimos, en parte, toda la furia de su embestida llevada al ritmo de una muleta profunda y con cadencia. Sólo en una tanda al natural logró ese acople Flores. No le falto emoción a la faena y algún par de derechazos de mérito. Pero con ese animal era para hacer la faena de tu vida.