2016年10月10日月曜日

昼寝の国で(好き好んで)早起きする; Madrugar (por gusto) en el país de la siesta

こんな文が スペインの全国紙に 載っていました。斜体部は Ernesto Mr. T の補遺です.

El despertador sonando a las seis de la mañana (o antes) Ernesto Mr. T は 昨年まで 田舎(常滑)から 仕事場(名古屋)へ通うために 朝4時40分に起きていました

La peor pesadilla de muchos es también el mejor momento del día

"Dormir temprano y levantarse temprano hacen a un hombre sano, rico y sabio", palabra de Benjamin Franklin. De la misma opinión eran otros personajes históricos como Voltaire y Balzac, que sólo dormían cuatro horas al día, lo mismo que hacía Margaret Thatcher. Más extremo era Thomas Edison quien consideraba el dormir como una pérdida de tiempo: se dice que su patrón de sueño consistía en siestas de media hora cada cuatro horas. Leonardo da Vinci también se echaba un sueñecito cada cuatro horas pero sólo durante 20 minutos. Entre los madrugadores actuales se encuentran Michelle Obama, a las 4:30 h se pone en pie para hacer deporte, Tim Cook, CEO de Apple, y Howard Schultz, responsable de Starbucks.
Puede que se identifique con ellos. Sin embargo, hay muchas personas que se sienten más productivas, creativas y, en definitiva, despiertas pasado el mediodía. Que seamos más de madrugar o de trasnochar lo marcan los ritmos circadianos -nuestro reloj biológico- y, también, las horas de luz. El cronotipo matutino, comúnmente denominados alondras, corresponde a las personas que se levantan pronto con facilidad, se sienten mejor mental y físicamente en las primeras horas del día pero se van apagando durante la tarde, se acuestan y duermen pronto con facilidad. En el otro lado, está el cronotipo vespertino, los búhos, gente que se levanta de mal humor por la mañana pero que va mejorando su rendimiento a lo largo del día.



"No es ni mejor ni peor pertenecer a un cronotipo o a otro, siempre y cuando se respeten las horas de sueño necesarias", explica Elena Urrestarazu, doctora especialista en Neurología y en Neurofisiología Clínica de la Clínica Universidad de Navarra. "Lo más habitual es que una persona que descanse entre siete u ocho horas se encuentre bien, aunque hay quien necesita menos y quien requiere algo más. Entre seis y diez horas estamos hablando de lo que se consideraría normal", apunta Sonia Montilla, miembro del Servicio de Neurología del Hospital Sanitas La Moraleja en Madrid.
El cronotipo evoluciona a lo largo de nuestra vida. Es habitual que a medida que se cumplen años nos volvamos más alondras y menos búhos. "Por eso, las personas mayores se levantan tan temprano. En cambio, los adolescentes tienen un cronotipo vespertino muy acusado, es por eso que sufren una falta crónica de sueño y que tienen una mal ganada fama de vagos", apunta la doctora Urrestarazu.
La luz solar también influye enormemente. Cuando el 'astro rey' va a hacer acto de presencia aumenta la presión arterial, cesa la secreción de melatonina y sube la temperatura corporal. Por el contrario, cuando el cuerpo se prepara para descansar, disminuye el ritmo cardiaco y la respiración, aumenta la melatonina y disminuye la presión arterial. Es el motivo por el que los trabajos nocturnos tienen fama de afectar a la salud. "Estamos pidiéndole a nuestro cuerpo que se active, rinda y trabaje cuando biológicamente se ha preparado para descansar. De ahí que haya repercusiones en la salud", detalla la médico.
¿Se puede modificar o quien tiene un cronotipo vespertino está condenado a sufrir cada mañana? "Salvo que se trate de un caso extremo en el que se requiere un tratamiento, es posible adaptar nuestros ritmos a las obligaciones, respetando unos horarios y siempre teniendo en cuenta las horas necesarias para tener una buena salud de sueño. Los sueños entrecortados no son reparadores", asegura la portavoz de Sanitas. Un truco sería exponerse a la luz solar: los madrugadores por las tardes, mientras que los trasnochadores deben buscarla por las mañanas.

Un pulso más firme

El despertador sonando a las seis de la mañana (o antes) es la peor pesadilla de muchos pero, aunque a algunos les cueste creerlo, hay quien lo hace por devoción y no por obligación. En el país de la siesta (fama internacional a todas luces inmerecida) muchas personas han encontrado su momento cuando el resto apura sus últimas horas de sueño. Es el caso de Antonio Ríos, traumatólogo almeriense que lleva a sus espaldas dos Ironman -3,86 km nadando, 180 km de bicicleta y 42,2 km corriendo- y varios maratones. Madrugando ha conseguido compatibilizar su vida familiar y profesional con el deporte de altísima exigencia. Todas las mañanas se levanta a las seis para preparar sus competiciones de fondo. "A las ocho estoy en casa, que es cuando se levantan mis hijas, a las nueve empiezo la consulta a tope de energía".
El doctor Ríos asegura que madrugar le ha cambiado la vida. "Si no ya me habría dado un infarto", afirma muy serio. "Me he dado cuenta de que levantándome temprano y siguiendo mi rutina deportiva estoy mucho más rápido en todos los aspectos y que tomo mejores decisiones". Tanto es así que el día que tiene una operación importante o delicada madruga más y sigue un entrenamiento más intenso. "Tengo el pulso más firme, lo tengo comprobado".
Los fines de semana no se da tregua, a las siete de la mañana está corriendo por el paseo marítimo de Almería. "El pasado julio, después de acabar mi segundo Ironman decidí darme una semana de descanso. Al cuarto día ya estaba madrugando y corriendo porque me empezó a doler el cuello, tenía taquicardias...". Eso sí, sobre las 22:30 h ya está en la cama. "Me acuesto prácticamente cuando lo hacen mis hijas. Mi mujer dice que es como vivir con tres niños porque, si salimos a cenar, por ejemplo, a las 23 h yo ya estoy cayéndome de sueño", reconoce.
El deporte también es lo que motiva a Ana Robert a levantarse cada mañana. Esta ingeniero de caminos española se dedica a la banca de inversión en la sede de un banco americano en la City de Londres. A sus 24 años, se levanta cada mañana a las 6:30 h para acudir al gimnasio a hacer 'crossfit', después camina unos 25 minutos para llegar al trabajo. Su jornada empieza a las 8:30h. "Te activa, comienzas el día súper fresco. Sientes que ya has hecho algo", cuenta. Pese a que está entusiasmada con su nueva rutina, Ana confiesa que no siempre fue de madrugar. "Antes hacía ejercicio por la tarde, como pronto después de desayunar pero desde que tengo este horario me dije que tenía que encontrarle un hueco fuera como fuese". Habitualmente duerme entre seis y siete horas, aunque le gustaría que fueran más pero no quiere que su vida se reduzca a "trabajar e ir al gimnasio". Eso sí, el fin de semana se desquita. "El sábado y el domingo me permito relajarme y soy muy dormilona".
A las 3:30 h suena el despertador de Beni López. Esta vez por obligación. Beni regenta una pescadería en la madrileña calle Menéndez Pelayo, a esas horas intempestivas se dirige a Mercamadrid a hacerse con el género que venderá en su negocio. "Después de comprar voy a la tienda a preparar toda la mercancía hasta la hora de apertura", explica. Sin embargo, a mediodía, cuando la mayoría de sus compañeros de gremio se echan una merecida siesta, Beni tiene una cita en un árbol de El Retiro que lleva su nombre. Ahí se reúnen trabajadores de la zona para practicar 'running'.
Tras una jornada tan intensa, es normal que Beni se vaya a la cama sobre las 22 h. Sólo se permite trasnochar si el Real Madrid tiene un partido importante de Champions. "Veo la segunda parte ya metido en la cama".
Cuando llega el fin de semana, recupera un poco. "Abro la tienda el sábado pero sólo por la mañana así que por la tarde me echo una buena siesta de dos o tres horas". El domingo es el día que más tarde se despierta, "sobre las seis de la mañana me levanto y salgo a correr". Pese a que duerme muy poco, el pescadero dice no necesitar más. "El cuerpo se acostumbra, las cinco horas que estoy en la cama no te creas que duermo de un tirón, me despierto a menudo".

Un mundo de alondras

En un extremo totalmente opuesto se encuentra Patricia Sainz. Si no tuviera ningún tipo de compromisos sociales ni laborales, Patricia afirma que se acostaría a las seis de la mañana y se levantaría a las dos de la tarde. Su cronotipo vespertino extremo le ha dado más de un quebradero de cabeza. Habitualmente se acuesta sobre las dos o las tres de la mañana y a las nueve ya está en pie. "Tengo un equipo que trabaja conmigo con los que tengo que seguir un horario más aceptado socialmente pero está claro que mis picos de creatividad no son a esa hora".
Patricia trabaja en una prestigiosa facultad de Derecho. ¿Cómo convive esta búho en un mundo pensado para las alondras? "Nunca duermo las ocho horas de rigor. Si tengo algún compromiso a primera hora me levanto y voy con mi mejor cara pero si sale de mí propongo que sea a otra hora". La noche es su mundo. "Esas horas de soledad son muy productivas para mí. Aflora mi mejor versión".
El deporte no es la única motivación para caerse de la cama de madrugada. "Durante las primeras horas del día el cuerpo y la mente han descansado y están despejados. Es el mejor momento para meditar, calmar y dirigir la mente", asegura Kutsab Jamyang Dorje, regente y lama del linaje Sakya Tashi Ling. Kutsab vive en el monasterio budista del Garraf (Barcelona) en una comunidad de unas 12 personas. A las siete de la mañana todos los miembros se reúnen para la oración conjunta. Para entonces, el lama ya lleva dos horas despierto, incluidos los fines de semana. "Es un tiempo que dedico para asearme, meditar... También me gusta aprovecharlo para alguna lectura que tengo pendiente", explica. "A las personas que vienen a hacer retiros espirituales también les invitamos a que madruguen y se unan a nosotros pero no es obligatorio. Llevar una vida ordenada es importante". Pese a levantarse tan temprano, el lama no es de los que se va pronto a la cama. "Habitualmente en torno a las 00:00 h o 1:00 h. Es verdad que duermo poco porque siempre tengo tareas pendientes". Los pocos días de descanso que se toma al año tampoco son para hacer curas de sueño. "Me levanto como tarde a las ocho, con eso es suficiente".

'Ora et labora'

El madrugar es una parte esencial del régimen monástico. En la Edad Media, San Benito Abad ideó la norma que lleva su nombre y por la que se han regido innumerables monasterios desde entonces. Su principal mandato es el famoso 'ora et labora'. Esta normativa presta especial atención al horario, el santo tuvo en cuenta el aprovechamiento de la luz solar según las distintas estaciones del año para lograr un equilibrio entre el trabajo, la meditación, la oración y el sueño.
La hermana Inés de Jesús es monja de clausura, tiene 67 años y vive en el convento San José del Carmen de Sevilla. Cada mañana se levanta a las 6:30 h de la mañana por razones laborales y espirituales: "Laboral para estar en comunión con la gente que trabaja, queremos ser un ejemplo, y espiritual porque nuestra vocación contemplativa consiste en santificar todas las horas del día", explica la religiosa. A las siete se reúne con el resto de monjas para rezar Laudes.
Su jornada finaliza a las 23:15, cuando todas las monjas abandonan el coro para retirarse a sus celdas. "Yo soy más trasnochadora que madrugadora pero el cuerpo se hace a todo. Los domingos podemos levantarnos a las siete de la mañana, pero a las 6:30 h ya estoy con los ojos abiertos".
Libros, conferencias, coaches... Sólo hay que teclear en Google el término madrugar para darse cuenta de que levantarse pronto está de moda. Quienes lo han probado dicen que al principio cuesta pero que a la larga es adictivo. Anímese a adelantar el despertador y ganar unas horas al día. Tal vez sea más alondra de lo que piensa.


¿シエスタの終焉? la siesta en la crisis



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