2018年8月13日月曜日

Little Boy リトルボーイ (Marina Perezagua) The Story of H など


邦訳版「リトル・ボーイ」はアメリカ合州国によるエノラ・ゲイからの広島への原爆投下によって被爆し、その後数奇な体験を重ねた(宇都宮で出会った)¿女性?(¿元男性?)の半生を巡る表題作をはじめ、傷付けられ、虐げられ、極限状態で苦悩する人々の不条理な姿を幻想的筆致のうちに描き出し、生の淵源を眩く照射する13の物語です。(スペイン語原書の表題作 Leche の翻訳は入っていません。Leche はスペイン語版またはその他英語版などで。)

En su prólogo, Ray Loriga escribe acerca de "Leche": «Una lectura no sólo fascinante sino casi terapéutica… Merece la pena dejarse llevar por estas páginas a menudo desconcertantes y aparentemente crueles, pero finalmente necesarias y exactas.» "Leche" es el segundo libro de Marina Perezagua. Una nueva colección de relatos muy literarios, muy narrativos, de una autora elogiada por la crítica. De su primer libro, "Criaturas abisales" se dijo que era "Inquietante" (El País); "Provoca respeto" (Cuadernos hispanoamericanos; "Abrumadoras maravillas" (Vicente Luis Mora)

Con su segundo libro de relatos Marina Perezagua viene a confirmar la solidez de una voz diferente, el rigor de un estilo reconocible pero con la suficiente versatilidad para ajustarse a las exigencias de sus inquietantes historias. En estas que reseñamos es frecuente recurrir, para perturbar al lector, a la angustia que conlleva el extrañamiento, cuando lo familiar se convierte en irreconocible y, por tanto, amenazador. En otros casos, sin embargo, será el reconocimiento final, la anagnórisis clásica, el que nos dé la medida de la tragedia que en adelante soportarán sus protagonistas.

El nombre en clave que recibió la bomba lanzada sobre Hiroshima, ‘Little Boy’, sirve como título de un estremecedor relato sobre los efectos de aquella en la población. Pero también es el nombre de una asociación de mujeres japonesas que perdieron entonces a sus hijos, algunos volatilizados ante los ojos de sus madres, otros víctimas de las secuelas. Recorre la narración una sensación de pesadilla donde tienen cabida esos zombis que se movían entre los escombros con los brazos por delante, intentando así mitigar los efectos de la ceguera o los de su propia corrupción. Y, como contrapunto, la historia simultánea de una ambigüedad sexual, ante la que se alza la fuerza castradora de la explosión más destructiva.




A este primer relato, el más extenso, le siguen otros dos que podrían componer un juego especular. En ‘El alga’ la protagonista simula su muerte para escuchar las despedidas de sus allegados ante el féretro, incluyendo la de alguien que no logra identificar. Mientras, en ‘Él’, es el postrado herido el que muestra su carne irreconocible a aquella que lo cuida. Un proceso de ocultamiento que deviene en ritual en ‘Aurática’.

Encontraremos también historias de un futuro apocalíptico, o extrañamente atemporales, y la reformulación de un mito, el de Pasífae y su hijo Minotauro, a cuyo vertiginoso final acuden otros personajes legendarios. La alegoría más transparente nos la proporciona, no obstante, ‘Las islas’, relato en el que un padre se aleja de la orilla en un flotador con forma de isla, palmera incluida, desatendiendo a sus hijos al descubrir otra isla idéntica en la que se adivina una figura femenina. Y no menos sugerente resulta ‘El piloto’, la historia de un camionero que ante la angustia que supone no recordar lo ocurrido en su trayecto rutinario, decide atribuirse en silencio la autoría de los accidentes que la prensa sitúa en su ruta, dotando así de realidad un tiempo antes vacío.

Y para cerrar el círculo, en el relato que da nombre a la colección y la clausura, es ahora el invasor japonés el agente de la crueldad más injustificada en un campo de concentración en China.

Estos y otros más son argumentos suficientes para acercarnos a la obra de esta joven narradora, y hacerlo asumiendo la afirmación de otro Minotauro, el cortazariano, cuando advierte que “sólo hay un medio para matar los monstruos, aceptarlos”. O, parece sugerir Perezagua, al menos reconocerlos.


"In Marina Perezagua's "Little Boy," we follow a young woman who has traveled to Japan with her boyfriend to rediscover her Japanese heritage. Along the way, she meets H., an elderly woman and survivor of the Hiroshima bomb who founds a support group for mothers who lost children in the explosion. But among the group, H. remains reticent about her own story and loss. Through her relationship with the narrator, H.'s true story surfaces, slowly, 'She had spoken with her most eloquent organ: her silence.' In the negative spaces around their conversations, the narrator realizes the shortcomings of any language in communication, and the mutability of things we consider solid parts of our identity: our bodies." - Lucie Shelly

About the Author: Marina Perezagua is a writer and an open water swimmer. She was born in Seville, Spain. She graduated in Art History from the University of Seville. She obtained her PhD in philology in the United States and later on she became a taught language, literature, history and Latin American cinema at the State University of New York at Stony Brook. Afterwards she worked for two years at the Instituto Cervantes de Lyon. Today she lives in New York and works as a teacher at New York University. She is the author of two short story collections, Criaturas Abisales and Leche, and the novel Yoro.


About the Translator: Jennifer Early is a freelance translator. She lives and works in London, England, translating contemporary Spanish fiction. She holds a Masters of Philosophy in European Literature and Culture from the University of Cambridge, focusing on the erotics of reading and revolutionary literature.

About the Publisher: Electric Literature is an independent publisher amplifying the power of storytelling through digital innovation. Electric Literature’s weekly fiction magazine, Recommended Reading, invites established authors, indie presses, and literary magazines to recommended great fiction. Once a month we feature our own recommendation of original, previously unpublished fiction. Stay connected with us through our eNewsletter, Facebook, and Twitter, and find previous Electric Literature picks in the Recommended Reading archives.

Escribe Marco Escalante en Malabarismos del tedio que una de las maravillas de la literatura es que una obra adquiera vida propia y se desprenda de su autor. Tal es la sensación que me queda tras leer la colección de cuentos Leche (Los libros del lince, Barcelona, 2013) de la española Marina Perezagua.

Sostenidos por dos pilares —los relatos “Little Boy” y “Leche”, que da nombre al volumen—los 14 cuentos me dejan con una sensación de estremecimiento. Pese a que es apenas su segundo título (en 2011 publicó Criaturas abisales y tiene una novela en preparación), veo en Perezagua a una escritora capaz de llevar de la mano al lector a territorios insospechados, jugar con él, seducirlo, y dejarlo en una esquina solo, aterido, confundido, fluctuando entre el terror y la nostalgia.

No sé si los teóricos de la literatura cuentan al estremecimiento entre las reacciones posibles frente al texto. Yo sé que pocos libros me han causado esa reacción: sin duda Noche de Elie Wiesel, Viaje al fin de la noche, de Louis-Ferdinand Céline, o Justine, el primer volumen del Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell.

Aclaro que el estremecimiento no es el del horror. Es un estremecimiento que proviene de la revelación (y ya decía Escalante que en la literatura es más importante la revelación que el ocultamiento) de que la experiencia humana no tiene límite. Todo extremo, toda monstruosidad, todo exceso cabe dentro de lo que los humanos podemos hacer; nada soñado es irrealizable, nada es impensable. Perezagua bucea en esas aguas, y va hasta el fondo, revelándonos el rostro impensable de las criaturas abisales, que es nuestro propio rostro, y la oscuridad impenetrable de la profundidad, que es la oscuridad de nuestros pensamientos.

Me detengo particularmente en “Little Boy”, el primer cuento del volumen y el más largo. Lo describo, o intento, en pocas líneas: Hiroshima, la primera bomba atómica, y su impacto en los mal llamados sobrevivientes. La autora rescata para nosotros la palabra japonesa hibakusha, que significa “persona afectada por la explosión” y con ello nos da ya una pista terrible: nadie ha sobrevivido, todos fueron afectados, vivos y muertos están hermanados en un mismo, desollado horror.

Ese pudor, esa vergüenza del “sobreviviente” me devolvió a Noche de Wiesel. El sobreviviente siente la culpa de haber atravesado el infierno y emergido del otro lado. La sensación perdurará toda la vida. Algo así pasa con “H.”, la mujer a quien la narradora de “Little Boy” conoce y que es una hibakusha. “H.” sobrevive de muchas maneras, o para decirlo mejor, hay más de una explosión que la ha afectado profundamente.

Little Boy” nos bombardea con imágenes terribles. Perezagua utiliza viñetas visuales inolvidables para ilustrar el horror de la explosión, el horror de la pérdida, y el horror de la supervivencia. De nuevo, revelación versus ocultamiento. Nada escapa a la lupa de la autora, y por ende nosotros no podemos escapar.

No menos vertiginosos y reveladores son cuentos como “El alga”, “Él”, “Aniversario”, “Homo coitus ocularis”, “MioTauro”, “Las islas”, “El piloto” o “Un solo hombre solo”.

Perezagua es leopardo que juega con su presa antes de darle la dentellada final que le partirá al espinazo —igual no es coincidencia que la bellísima ilustración de portada, que es reproducción de una acuarela de Walton Ford, nos muestre a un leopardo abatiendo a un cebú. Así, llegamos agitados, asustados, pero de alguna manera todavía vivos a “Leche”, el relato que cierra el volumen.

Ahí nos espera Perezagua para darnos la puntilla, para partirnos en dos la columna en apenas seis páginas, y llevarnos a la rama donde terminará de devorarnos. No menciono siquiera el tema de “Leche” porque creo que los lectores deben llegar hasta ese relato con un cierto vértigo y una bendita ignorancia.

No hay sobrevivientes, sólo somos hibakusha. Los cuentos han adquirido vida propia para nuestro continuo estremecimiento.        


From an audacious new talent, The Story of H describes a searing quest by a Japanese woman and an American soldier to find a girl who goes missing in the aftermath of Hiroshima, a journey that spans the globe and travels to the darkest corners of the human mind and memory
 August 6, 1945: the day Enola Gay unleashed an atomic inferno over Hiroshima. In the wake of its devastation, two stories unfold. There’s Jim, an American soldier who was entrusted with taking care of Yoro, a Japanese girl who then disappears after the atomic bomb falls. And there’s H, a Japanese child who is at school when the bomb drops and is indelibly marked by its destruction. Both victims of the bomb, H and Jim meet for the first time in New York years later—their paths cross by chance, they fall in love, and together they continue Jim’s search for Yoro. A quixotic twenty-first century quest to discover what makes us human, from refugee camps to the slave mines of Africa, from Brazil to Borneo, Japan to Mexico, it’s also a journey that plumbs the depths and heights of cruelty and compassion, vulnerability and violence.
Marina Perezagua’s urgent, incantatory, and highly original novel moves us beyond our understanding of history as broad and sweeping to the individual stories of those who feel joy and pain, who suffer and transcend. Both dazzling and dark, The Story of H pulsates with a terrible beauty and power that lingers with the reader long after the last page.

La autora en una entrevista realizada en el diario El Mundo de España decía que “…Hay una canción de Nina Simone que suelo escuchar cuando paso por malos momentos. La canción es “Ain’t got no”, y dice cosas así: “No tengo escuela, no tengo zapatos, […] no tengo amigos, no tengo casa… entonces ¿qué tengo? ¿Por qué sigo viviendo? Bueno, lo que tengo, nadie me lo puede quitar. Tengo mi pelo, mi cabeza, mi cerebro, mis orejas, […] mi alma y mi sexo”, y esta reflexión sirve para adecuarse a la primera parte de este libro de relatos que tiene como nombre Little Boy, y que puede leerse como una progresión de cuentos que giran a las consecuencias que dejó la bomba atómica. Son relatos impunes, profundos, de una flexibilidad creativa que impone la realidad de lo cotidiano en seres que sufrieron y sufren hasta el fin de sus días.

La imaginación de Perezagua se nutre de lo real para contar los terribles hechos como si ella hubiese estado ahí, para lo cual no tiene vergüenza de ilustrar con las palabras e imágenes más dolorosas, sin perjuicio de la metáfora salvadora. El lector siente la piel caerse de los personajes, pero tampoco es que haya un lucro narrativo tomado de la bajeza de lo enunciativo, hay sí una crueldad que significa para poder hacer memoria. En esta estética de lo real contado sin pudor, se puede vislumbrar la comodidad de la escritora.

Luego hay lo que podríamos decir como segunda parte, y en esos relatos, Perezagua se mueve de forma un tanto caótica al presentar distintos estilos que quizás no se intuían. El alga, las islas y El piloto, son tres cuentos que funcionan totalmente y que permiten encontrar a una autora con alcances excepcionales y que hacen pensar en la onírica letra de Cortázar. Son tres joyas de una calidad creativa sustancial. En Trasplante y La tempestad, si bien deben considerarse como propios del mismo hilo estilístico, queda un dejo de vacío, un hueco que no permite completar la totalidad de la excelencia, pero que no por eso, se deja de leer ni mucho menos.

En el relato Él, el cuerpo es el eje temático, un cuerpo desgarrado, lacerado, en el punto abisal de la muerte, “Cuando respira continuadamente por la boca, se le forma una membrana que parece que le tapa la garganta. Es como la piel interior de una cáscara de huevo. Tiro de ella y sale toda entera. Se disuelve entre mis uñas”.

El sexo, la violencia, la extrañeza, el tiempo, la soledad, los límites del cuerpo, el ser humano por sobre todo, como en permanentes viajes entre mundos bolañescos y cortazarianos, con sutiles reminiscencias expresionistas y con un marcado riesgo por navegar los límites de lo narrado, Perezagua va camino a convertirse en una potente continuadora de las más grandes escritoras del comienzo de este siglo.

Marina Perezagua (Sevilla, 1978 今年で 40歳、月日は不明です。), ha publicado hasta el momento sus cuatro trabajos en Los Libros del Lince: dos libros de relatos (Criaturas abisales y Leche) y dos novelas (Yoro y Don Quijote de Manhattan. Testamento yankee). Obtuvo el Premio Sor Juana Inés de la Cruz a la mejor novela escrita por una mujer en español.








リトル・ボーイ (フィクションの楽しみ)

Hiroshima, año cero (El Mundo 紙) 広島への米国による原爆投下