2012年10月26日金曜日

Петербург Peterburgo ペテルブルグ、Андрей Белый アンドレイ・ベールイ Andréi Biély


1880年の今日、10月26日にアンドレイ・ベールイ (Андрей Белый、本名ボリス・ニコラエヴィチ・ブガエフ Бори́с Никола́евич Буга́ев) がロシアのモスクワで生まれました。その実験的小説 Peterburgo 『ペテルブルグ』Петербург James Joyce の Ulysses などと並び評されるほどの傑作です。

Andréi Bely o Andréi Biély (Андрей Белый, en ruso "Andrés Blanco") es el seudónimo de Borís Nikoláyevich Bugáyev (ruso: Борис Николаевич Бугаев; Moscú, 14 de octubre jul./ 26 de octubre de 1880 greg. - Moscú, 8 de enero de 1934), novelista, poeta y crítico literario simbolista ruso, considerado por algunos críticos, como Vladímir Nabókov, el autor más importante del siglo XX en lengua rusa. Su novela Petersburgo (también traducida como San Petersburgo) es a menudo comparada al Ulysses de Joyce.

Petersburgo es una de las novelas cumbres del siglo XX: la expresión «obra maestra», tantas veces usada a la ligera, cobra verdadero sentido con novelas como esta. La obra de Biely es un claro ejemplo de cómo se puede producir una renovación formal en la literatura, sin descuidar la impecable calidad y sin abdicar de la responsabilidad de reflejar la realidad histórica del momento, con la que siempre está comprometida la mejor literatura.
La narración de Petersburgo transcurre en el lapso de unos pocos días, durante el mes de octubre del año de la Revolución rusa de 1905, preludio de la Revolución de 1917. En ella se desarrolla la intriga para atentar contra un senador zarista, en la que se ve mezclado su propio hijo, pero en la que las pasiones personales tienen mucha más fuerza que cualquier ideal revolucionario.
Petersburgo, como una elipse, tiene dos focos: la propia ciudad de San Petersburgo y la bomba con la que se debe cometer el atentado contra el senador Apolón Apolónovich Ableújov. Ambos focos actúan alternativamente como puntos atractores de los personajes que orbitan a su alrededor. La bomba, actuando como foco, da lugar a la elíptica de la intriga revolucionaria que recorre la ciudad; pero también a la historia del apasionamiento de Nikolái, el joven hijo del senador, por una mujer casada, o del enfrentamiento soterrado entre Ableújov padre y Ableújov hijo.
Por su parte, San Petersburgo actúa como foco de las reflexiones acerca del ser humano como ser sensible que sufre una ciudad. San Petersburgo, como trasunto de cualquier gran ciudad, es una enfermedad que sufren sus habitantes: es la soledad, la deshumanización del individuo fagocitado por la masa, que contamina su capacidad para ser independiente. Biely describe a los ciudadanos de Petersburgo como a un miriápodo que se pasea por las avenidas, insensible e indiferente.
Pues los personajes que Biely presenta son, absolutamente todos, antihéroes: débiles, agotados, en ellos la reflexión es un vicio que ha acabado por conducirlos al delirio o al caos. Los sueños de su razón han producido monstruos que los atormentan, o bien los ha convertido a ellos mismos en engendros morales o psicológicos de los que su conciencia trata de huir inútilmente.
No obstante, el fino humor de Biely impregna de ironía una obra de profunda hondura, creando un equilibrio entre lo terrible y lo cómico. Precisamente, el equilibrio es una pieza fundamental de la obra, que Biely consigue mediante la repetición de frases y párrafos (a veces con ligeros cambios en su composición), como si del estribillo de un poema se tratara. Porque, en el fondo, Peterburgo no es sino un enorme poema simbolista; juzguen ustedes:
A la ventana de su habitación se adherían los enjambres verdosos de las nieblas de octubre: y Aleksánder Ivánovich Dudkin sintió entonces el irreprimible deseo de que aquella niebla le atravesara también a él, que atravesara sus pensamientos para ahogar aquel parloteo estúpido que traqueteaba en su cerebro y apagar las llamaradas de sus delirios, que surgían como bolas de fuego (que luego explotaban); de ahogarlos y apagarlos con la gimnasia de sus piernas andarinas; tenía que andar, andar, andar otra vez; de una avenida a otra, de una calle a otra; andar hasta enmudecer por completo su cerebro; andar hasta derrumbarse en la mesa de cualquier taberna para quemar sus entrañas con vodka. Sólo con aquel vagabundeo sin rumbo por calles y retorcidos callejones, bajo las farolas, las cercas de madera y las chimeneas, podía ahogar los pensamientos que se pudrían en su cerebro.

写真は ベールイの時代の ペテルブルグ です。


"... La novela Petersburgo ("Петербург") publicada en 1906 es generalmente considerada la obra maestra del ruso Andréi Biely. Para Francisco Umbral es la mejor crónica de la prerevolución rusa. Se han destacado las similitudes de esta novela con otras obras cercanas en el tiempo, sobre todo con el Ulysses (1922) de Joyce y con Berlin Alexanderplatz (1929) de Alfred Döblin. 'Petersburgo', sería escogida por Nabokov como la mejor novela escrita en su tiempo. Y, probablemente esta obra sea también la más recomendable para conocer la ciudad. Porque San Petersburgo es la verdadera protagonista de una novela que, como no podía ser de otro modo, lleva su nombre. Una obra en la que parece que el mundo termine con la perspectiva del Nevski y la frontera del Neva. La novela de Biely es, pues, el mejor antídoto contra la belleza tormentosa de esta ciudad. Andréi Biely , nos dice nuestro admirado Enrique Vilas Matas, escribió una de las obras mayores del siglo XX, cuyo centro es el lenguaje y la necrópolis moderna.Aunque había sido adscrita inicialmente a la corriente simbolista, Petersburgo no es una obra fácil de clasificar. Por sus experimentos con el lenguaje y su intento de abarcar la vida cotidiana de una ciudad entera, hasta había llegado a ser considerada como el Ulysses ruso. Sin perder el humor, escribe Vilas Matas, Petersburgo dramatiza en clave de palimpsesto esa ansia general de muerte y poetiza el fin de un lenguaje y de una cultura que se agota ante nuestros propios ojos. El lenguaje y la necrópolis moderna parecen los centros de la narración. Pero no se sabe cuán realmente importante es el argumento. Porque Biely, al igual que sus maestros Shklovski y Eichenbaulm, era un teórico literario que distinguía entre fábula y trama. Para Biely, la fábula era el argumento, mientras que la trama era el modo narrativo que agrupaba los hechos contados. Y la fábula o pretexto para fraguar Petersburgo es sencilla, pariente lejana de Los demonios de Dostoievski: el frágil y joven pensador Nikolai Apolónovich recibe la orden de atentar con bomba contra su propio padre, el senador zarista Apolón Apolónovich Ableújov. En la trama, la gélida ciudad de Petersburgo y su gran avenida, así como el sonámbulo deseo de parricidio y el ansia general de muerte, actúan como pretexto para hilar un discurso de novela policiaca, pero también de novela mística (a la que no le faltan los mundos paralelos), de novela política, de novela intertextual, de novela de corte vanguardista, y hasta de novela de costumbres. Es un libro palimpsesto que hoy, habituados como estamos a la plaga de novelas planas que nos invade, puede incluso llegar a sorprender más de lo que pudo hacerlo cuando, con su acento vanguardista, apareció en 1906 en Rusia. Como texto policiaco, Petersburgo, opina Vilas Matas, gira en torno al posible atentado parricida y desgrana lentamente una acción inmóvil, de suspense y horror y, en definitiva, de angustiado eterno retorno. Como novela política, no está del lado de los terroristas, pero tampoco simpatiza con los poderosos; las mismas pesadillas atormentan a unos y otros, y todos son agentes de destrucción, del mismo modo que Apolónovich padre y Apolónovich hijo son la misma cara de la misma moneda, o de cierta promiscuidad fisiológica: el uno imagina a su padre durante la cópula, y el otro sueña en abrir un agujero para espiar a su hijo. Como novela intertextual (como novela de recapitulación de los temas esenciales de la biblioteca de su patria, porque también todo eso es Petersburgo) es simplemente extraordinaria: Gogol, Pushkin, Dostoievski, Lermontov, Chejov, están discretamente presentes en la trama que resume, en un no menos discreto pero efectivo plano secreto, la historia de la línea más noble de la gran narrativa rusa. Como novela mística, por su parte, ofrece seguramente la cara más interesante y la más alucinante de este palimpsesto. El hombre es un vestigio de otra cosa. Biely alude a las otras realidades y a huellas olvidadas. Y con una prosa rítmica que nos embruja hace avanzar su endiablada trama, es decir, su modo o forma extraña de estructurarlo cósmica y mentalmente todo; su modo de conducirnos con severidad -puntuada por un narrador irónico, cervantino- hacia esa ruina general en la que ya estábamos instalados, sin saberlo, antes de comenzar a leer tan grandísima obra maestra".

Ernesto Mr. T は *この ペテルブルグ の町を 1980年と 1986年に訪れました。Ernesto Mr. T にとっては 町そのものが小説のように思えたものです。当時は レニングラード Leningrad と呼ばれていました。

*<http://ernesto-mr-t.blogspot.jp/2012/06/ruso-y-rusia.html>

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