El día 15 de septiembre, se disfruta en Cantabria la fiesta por doble motivo.
Por un lado, la veneración a la Virgen Bien Aparecida que se celebra en el Santuario de su mismo nombre, levantado en su honor en la colina de Somahoz, lugar donde existía una ermita dedicada a San Marcos y en el que en el año de 1605, unos niños que se encontraban pastoreando unos rebaños vieron como rodeada de resplandor aparecía una imagen muy pequeñuca de la Virgen.
Este acontecimiento asombró a los vecinos de la zona y de los pueblos de alrededor, brotando en todos ellos un sentimiento religioso y peregrino del que posteriormente surgió la construcción del Santuario, que fue iniciada hacia el año 1614, partiendo de la ermita que allí existía, y que después de un largo camino lleno de desventuras finalizó hacia el año 1722.
El Santuario ubicado en un paraje de belleza excepcional está atendido por los religiosos trinitarios desde el año 1908.
En 1905 coincidiendo con el tercer centenario del hallazgo de la imagen y también de la tradicional devoción mantenida por los cántabros hacia la Virgen Bien Aparecida, fue nombrada Patrona de Cantabria y 50 años después coronada como Reina y Madre de La Montaña.
La advocación de la Virgen como Bien Aparecida tuvo su origen en unos hechos acontecidos con ocasión de la desaparición de una imagen que veneraban en una ermita los vecinos de Marrón que desapareció, y que ellos pensaban que era la que se denominaba como Bien Aparecida. Por este motivo, surgieron muchas disputas llegándose a entablar incluso un pleito entre los pueblos de Marrón y Ampuero y que ganado aquél por los segundos dio origen al dicho popular de “No robada, sino Bien Aparecida”.
El collado de Somahoz, lugar emblemático para todos, también acoge en su amplia campa a los cántabros que acuden a la celebración de la festividad del día de Cantabria, llegando familias enteras, grupos de amigos, peregrinos y demás romeros con sus comidas a pasar el día felizmente bajo la sombra de los árboles que allí existen y de paso, comprar y degustar la gran variedad de productos típicos y artesanales que se venden en toda clase de tiendas colocadas al efecto.
Es un día festivo en el que todos los que acuden, bien sea a los actos religiosos, bien a la romería o a ambas cosas a la vez, pasan una velada en plena naturaleza disfrutando de la buena temperatura y del paisaje de su hermosa tierra.
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