Luis Mazzantini Eguía (Pudo haber nacido en Elgóibar, Guipúzcoa, o También en Pistoia, Toscana, Italia, 10 de octubre de 1856 – †Madrid, 23 o 24 de abril de 1926) fue un célebre matador de toros español.
Hijo de un ingeniero italiano y de madre vasca, vivió y estudió en Italia durante su infancia y adolescencia, obteniendo el grado de bachiller en Artes. Regresó a España como secretario en el cortejo de Amadeo de Saboya. En busca de fama y dinero, decidió dedicarse al toreo a edad tardía y sin ser antes banderillero. Su formación cultural, inusual en los toreros de la época, le hizo ganarse el apodo de señorito loco. Tras un periodo de novillero, confirmó su alternativa en Madrid de manos de Lagartijo, el 29 de mayo de 1884. En 1888 fue empresario de la Plaza de Madrid.
Coincidió con el periodo de dominio absoluto del Rafael Guerra, Guerrita y también alternó con los míticos Lagartijo y Frascuelo, que se encontraban en la recta final de sus carreras. A Mazzantini, ya apodado don Luis, se le recuerda por su singular personalidad dentro y fuera de las plazas y técnicamente como un gran estoqueador. También son recordadas las anécdotas que sobre él contaba el Guerra, su antagonista en la plaza, y por haber logrado imponer el sorteo de los toros, ya que hasta entonces el principal matador (siempre Guerrita), con el beneplácito del ganadero, escogía las reses que deseaba torear, lo que perjudicaba a los demás matadores. También logró mejoras en los honorarios de los diestros. Mató casi 3000 toros y llegó a ganar seis mil pesetas por corrida en la última década del siglo XIX.
Fue muy popular en su época, vestía muy elegante y se codeaba con la alta sociedad. También tenía amigos artistas, frecuentaba la ópera y las tertulias literarias.
Se cortó la coleta al morir su esposa, en febrero de 1905. Una vez retirado de los ruedos, Mazzantini, de tendencia monárquica, se dedicó a una brillante carrera política. Fue concejal en el Ayuntamiento de Madrid, teniente de alcalde, miembro de la Diputación Provincial y gobernador civil de Guadalajara y de Ávila.
Estuvo muy vinculado a la plaza de El Puerto de Santa María. Promotor turístico del lugar, donde pasaba los inviernos en el “El recreo de Mazzantini”, extensa finca que aún existe. Parece ser que estaba anamorado "de una gitanita, quien alegró sus estancias portuense y de la cual hubo un hijo natural".
Una anécdota de DON LUIS MAZZANTINI Y EGUIA
El torero nacido en Elgóibar para unos y en Pistoia Toscaza para otros.
Abandonó su empelo de Jefe de Estación de Santa Olalla atendiendo a su convicción de:
“Para ganar dinero en España hay que ser o tenor en el Teatro Real o matador de toros. Como yo no puedo dar el “do” de pecho, pero me encuentro en condiciones de matar a un toro por el hoyo de las agujas, pues vaya lo uno por lo otro”.Fue un excelente matador de toros pero le faltaba gracia y garbo con el capote y la muleta.
Merece la pena que les cuenta algo de la vida de este inteligente torero que hablaba idiomas, que fue concejal y teniente Alcalde del Ayuntamiento de Madrid, diputado y gobernador civil, además de un extraordinario patriota.
Referiré dos de sus anécdotas:
Tras lidiar en mano a mano con Algabeño (que le dio un repaso) una corrida en Tudela, al final de la misma se pasó por telégrafos para enviar el siguiente telegrama aun periodista amigo suyo:
“Toros de Carriquirri, regulares. Algabeño, regular. Yo muy bien”.
Como viera lo escrito Perete, mozo de espadas de Algabeño, le recriminó y D. Luis le dijo:
¿El telegrama, quién lo paga, usted o yo?.
La segunda es la siguiente:
Ocurrida con el picador cordobés Ángel Montalvo de quien le habían hablado a D. Luis como sustituto de su picador herido.
D. Luis le citó para que acudiera a su casa.
El picador llegó con unas cuantas “copitas de más” a la cita.
Cuando Mazzantini entró ataviado con una bata de seda blanca ribeteada con una cinta roja en el despacho donde estaba esperando el picador, le dijo:
¿Pero que idea tienes tú de la educación?¿Donde se ha visto a una persona así tan de mañana?.Montalvo aguantó el chaparrón pero tras reaccionar le dijo:
-“Oiga usted, D. Luis; usted no habrá visto nunca esto m ío, pero tampoco había visto yo en jamás a un mataor de toros envuelto en la funda de un piano” .
Abandonó su empelo de Jefe de Estación de Santa Olalla atendiendo a su convicción de:
“Para ganar dinero en España hay que ser o tenor en el Teatro Real o matador de toros. Como yo no puedo dar el “do” de pecho, pero me encuentro en condiciones de matar a un toro por el hoyo de las agujas, pues vaya lo uno por lo otro”.Fue un excelente matador de toros pero le faltaba gracia y garbo con el capote y la muleta.
Merece la pena que les cuenta algo de la vida de este inteligente torero que hablaba idiomas, que fue concejal y teniente Alcalde del Ayuntamiento de Madrid, diputado y gobernador civil, además de un extraordinario patriota.
Referiré dos de sus anécdotas:
Tras lidiar en mano a mano con Algabeño (que le dio un repaso) una corrida en Tudela, al final de la misma se pasó por telégrafos para enviar el siguiente telegrama aun periodista amigo suyo:
“Toros de Carriquirri, regulares. Algabeño, regular. Yo muy bien”.
Como viera lo escrito Perete, mozo de espadas de Algabeño, le recriminó y D. Luis le dijo:
¿El telegrama, quién lo paga, usted o yo?.
La segunda es la siguiente:
Ocurrida con el picador cordobés Ángel Montalvo de quien le habían hablado a D. Luis como sustituto de su picador herido.
D. Luis le citó para que acudiera a su casa.
El picador llegó con unas cuantas “copitas de más” a la cita.
Cuando Mazzantini entró ataviado con una bata de seda blanca ribeteada con una cinta roja en el despacho donde estaba esperando el picador, le dijo:
¿Pero que idea tienes tú de la educación?¿Donde se ha visto a una persona así tan de mañana?.Montalvo aguantó el chaparrón pero tras reaccionar le dijo:
-“Oiga usted, D. Luis; usted no habrá visto nunca esto m ío, pero tampoco había visto yo en jamás a un mataor de toros envuelto en la funda de un piano” .