昨日の続きです。
井伏鱒二は広島県安那郡加茂村粟根の出身です。次の写真は20代の頃のものです。
Ibuse emplea maravillosamente la narrativa detallada. Oriundo de Hiroshima (広島), conoce muy bien el pensamiento y sentimientos de sus paisanos y los expresa diestramente a través del diálogo en el dialecto de la localidad. Por ejemplo, en una escena---incluida también en la película---un grupo de enfermos de la bomba atómica pescan lochas en una laguna de la comunidad en plena estación de la cosecha de arroz. De pronto, se les acerca una vieja arpía que los regaña sarcásticamente por tomarse las cosas con tanta calma. Cuando le explican que siguen las órdenes del médico, la frívola viuda responde sin vacilación: "¡Vaya, vaya! ¡Esas traemos! ¿No se estarán aprovechando del hecho de que estuvieron en el ataque?"
Cuando la arpía se ha ido, uno de los enfermos desahoga su frustración. "La gente se ha olvidado de que Hiroshima y Nagasaki (長崎) fueron víctimas de la bomba atómica. Se han olvidado del infierno de llamas que vivimos aquel día-se han olvidado de esto y mucho más con sus ridículas manifestaciones contra la bomba atómica. Se me revuelve el estómago al pensar en todo el alarde y griterío que arman en las concentraciones."
Nos encontramos frente a una actitud que, hasta cierto punto, es universal, pero que, en su quintaesencia, es japonesa---culpar a las víctimas por perturbar el preestablecido orden social. (Según se informa, muchos coreanos murieron atrapados en las ruinas de los edificios bombardeados mientras sus amos japoneses hacían oídos sordos a sus gritos de socorro.)
Otro factor aquí comprendido es el miedo al ritual de la contaminación---poderosa corriente de la cultura japonesa. El título del libro, Lluvia negra (黒い雨 Kuroi-ame), se refiere a ese chaparrón de bautismo radioactiva que bañó las cabezas de los sobrevivientes. Manchas negras tiñeron su piel y el agua no logró borrarlas. Sobre los corderos inocentes se estampó la marca de Caín.
今村昌平も素晴らしい映画監督です。
Imamura describe maravillosamente la confusión que embarga a los sobrevivientes que huyen en un bote mientras sus miradas estupefactas se clavan en las palmas de sus manos manchadas de negro cual si hubieran sido salpicadas de tinta china. Es imposible no simpatizar con la angustia de esas víctimas, muchas de las cuales, presentaron los síntomas de la enfermedad atómica años más tarde. Fue entonces cuando con voz quejumbrosa exclamaron:
"No voy a vivir sólo para morir."
Pero los hibakusha (被爆者) de la aldea de Kobatake donde se desarrolla la trama, mueren uno tras otro. Medicinas, ejercicios, exorcismo---nada logra romper el hechizo de la radiación.
以下続く Continuará.
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